CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

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TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


viernes, 29 de abril de 2016

Todo sigue igual, hasta que no cambias tu subconsciente



Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. 

La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés.

Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”.

Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados.

Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente.

No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno.

Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado?

Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser.

Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano. 
                                                                             Bruce Lipton



sábado, 23 de abril de 2016

El juego del juicio y la auto-condena


Para preguntarse:

¿Te castigas a ti mismo/a? 

¿Estás jugando el juego del juicio y la auto-condena?

Esta es una de las principales causas de conflictos, confusión, sufrimiento y problemas de salud.

  • Cada vez que tenemos un juicio negativo sobre cualquier aspecto de nosotros--como nuestra apariencia física, características mentales o actitudes emocionales--el sistema cuerpo-mente (que tiene esencialmente una carga positiva) se pone inmediatamente en "estado de alerta", pues le estamos diciendo que hay algo errado o en falta. 
  • Al mismo tiempo, el sistema comienza a tratar de encontrar en su base de datos del pasado--la memoria celular--algo que corresponda en tono al error del que ha sido acusado. Estas faltas pueden ser memorias de esta vida o información genética del pasado, a veces con origen en varias generaciones atrás. 
  • Cuando, a través de este "escaneo" ultrarrápido, se encuentra esta información, se la "revive" y se la trae al presente como evidencia de que verdaderamente hay "algo incorrecto conmigo" 

Como la sanación es un proceso natural automático, cuando existe una cierta vibración se espera que todo el resto del sistema--especialmente nuestra mente racional, siendo la parte que generalmente toma decisiones--la apoyará. Sin embargo, en nuestra cultura, nuestra mente no está preparada para lidiar con memorias celulares o ancestrales porque no se le ha dado información acerca de ello durante su programación. 

En resumen, cada vez que te dices a ti mism@ silenciosa e inconscientemente que "hay algo errado contigo", das lugar a la posibilidad de que alguna enfermedad o infelicidad sea "revivida" de las carpetas atávicas.

Este auto-juicio negativo es un suicidio lento!


Lynn Grabhorn, en su libro "Disculpa, tu vida te está esperando", habla de este proceso muy claramente:

"La auto-condena, en cualquiera de sus formas, es un lugar cómodo para estar cuando no queremos tomar ninguna responsabilidad por lo que nos sucede en nuestra vida. Podemos meditar, entonar cantos sagrados, usar cristales e inciensos, hacer ejercicios especiales o afirmaciones proclamando nuestra divinidad eterna, pero si seguimos condenándonos, nuestro poder interno y liberación serán solamente palabras. Ningún deseo será cumplido si estás en un estado de desaprobación de ti mismo. En ese caso, no puedes esperar abundancia, bienestar interno o buena salud y alegría."

Ahora que ya sabes un poco más sobre este poderoso patrón inconsciente. Conviene que estés más y más presente a él. 

                                   

Ejercicios para investigar la autotraición

Si quiero lograr algo y no lo logro, no es que me falte algo, como generalmente creo. Es un obstáculo inconsciente en forma de creencias o patrones heredados, que me sobra y no necesito. Cuando e vacíe de ello, lo que quiero lograr ¡Aparece automáticamente! 

Si estas sufriendo algún malestar físico o emocional, o si los problemas siguen sucediendo y se repiten, es posible que estés jugando el peligroso juego de la AUTO-TRAICIÓN y no te hayas dado cuenta todavía. PREGÚNTATE:

  • Paso tiempo con gente con la que no quiero estar? 
  • Hago cosas que no me motivan o me aburren? 
  • Estoy tolerando maltrato o manipulación de los más cercanos? 
  • Estoy postergando hacer las cosas que mas me gustan, para hacer lo que debo o lo que los demás esperan de mi? 
  • Estoy postergando anhelos o sueños muy importantes para mi? 

ES HORA DE PARAR y mirar a tu alrededor….

HACIA DÓNDE ESTÁS YENDO CON TU VIDA?

                                                                Luis Diaz (CMR)




Consultas Presenciales / 
Consultas por Skype



Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
(Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
Especialista en Bioneuroemoción
(Instituto Español de Bioneuroemoción)
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
www.centroelim.org               Telf. 653-936-074



sábado, 16 de abril de 2016

Regular las emociones


Regular las respuestas emocionales se puede aprender. Al mismo tiempo es un signo de maduración y de inteligencia.
En la primera infancia, habitualmente no regulamos nuestra respuesta emocional, simplemente la expresamos o explota. Socialmente se acepta, y se perdona este tipo de "sinceridad" en las respuestas emocionales de los niños y las niñas pequeñas. Y a medida que se van haciendo mayores, el índice de tolerancia ante esta inmediatez en las respuestas va disminuyendo hasta llegar a la madurez, cuando socialmente se exigen la regulación emocional. Con su aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas.
Por un lado, la necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de respetar determinadas normas de convivencia. 
Existen emociones como consecuencia de la respuesta de la persona ante una situación.

La alternativa que propone Manel Güell Barceló en su libro ¿Tengo Inteligencia Emocional? es considerar que no existen emociones positivas ni negativas. Simplemente existen emociones como consecuencia de la respuesta de la persona ante una situación. También es cierto que determinadas respuestas emocionales son efectivas, útiles y adaptativas y otras respuestas emocionales son no efectivas, poco útiles o poco adaptativas.

Una respuesta emocional (alegría, ira, vergüenza) será útil en función del contexto. Si la respuesta es adaptativa y nos ayuda a relacionarnos con el mundo que nos rodea, con los demás y con nosotros mismos, será una emoción efectiva. Así todas las respuestas emocionales son positivas siempre que se utilicen adecuadamente.


Daniel Goleman menciona en su Libro de Inteligencia Emocional que,  cuando hablamos de autocontrol emocional, no estamos abogando, en modo alguno, por la negación o represión de nuestros verdaderos sentimientos.
El "mal" humor, por ejemplo, también tiene su utilidad; el enojo, la melancolía y el miedo pueden llegar a ser fuentes de creatividad, energía y comunicación; el enfado puede constituir una intensa fuente de motivación, especialmente cuando surge de la necesidad de reparar una injusticia o un abuso; el hecho de compartir la tristeza puede hacer que las personas se sientan más unidas y la urgencia nacida de la ansiedad —siempre que no llegue a atribularnos— puede alentar la creatividad.

También hay que decir que el autocontrol emocional no es lo mismo que el exceso de control, es decir, la extinción de todo sentimiento espontáneo que, obviamente, tiene un costo físico y mental. La gente que sofoca sus sentimientos —especialmente cuando son muy “negativos”— eleva su ritmo cardíaco, un síntoma inequívoco de hipertensión. Y cuando esta represión emocional adquiere carácter crónico, puede llegar a bloquear el funcionamiento del pensamiento, alterar las funciones intelectuales y obstaculizar la interacción equilibrada con nuestros semejantes.

Por el contrario, la competencia emocional implica que tenemos la posibilidad de elegir cómo expresar nuestros sentimientos.


En el Seminario Enojo Saludable, aprenderás a:



Saber cómo liberar la energía del enojo para cuidar tu salud física y emocional.

· Conocerte y valorarte usando el enojo como aliado

· Sentirte seguro y confiado para expresar tus desacuerdos.

· Establecer tus límites con claridad respetando tus necesidades.

· Fomentar la comprensión y el respeto en tus relaciones.

· Cultivar tu paz interior y aportar tu semilla a la paz de los otros.







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http://www.empoderamientoemocional.com/#!enojo-saludableeuropa/e0s4u






jueves, 7 de abril de 2016

Para qué tenemos Sensaciones- Emociones- Sentimientos?


Las sensaciones, emociones y sentimientos son parte de nuestro equipo biológico y tienen distintas finalidades, algunas en función de la sobrevivencia y otras más en función del desarrollo.
Unas de éstas son tan antiguas como el ser humano mismo, otras son producto del desarrollo de nuestra especie a través de los siglos, pero forman parte de la riqueza genética que traemos al llegar al mundo.

Según Myriam Polit, las principales funciones que tienen las sensaciones, emociones y sentimientos son:

1. Informan sobre  cómo está siendo vivenciada la relación entre el individuo y su entorno. Son evaluaciones, automáticas o reflexivas, sobre el significado de las situaciones con respecto a nuestro bienestar.

2.  Nos permiten saber, con más o menos buen criterio, cómo responder a los acontecimientos, a las situaciones que estamos experimentando. Este criterio va siendo más certero conforme la persona tiene un mejor nivel de madurez y de experiencia. Nos informan tanto de lo amenazante, tóxico y destructivo, como de lo que es atractivo, nutricio y constructivo.

3. Nos señalan la presencia de una necesidad. Así, cuando surge el miedo, nos está avisando que debemos protegernos; cuando emerge el enojo nos dice que hay que defendernos; cuando se trata de sentimientos más complejos nos están avisando de necesidades también más complejas.

4. Nos informan de aquello que nos es significativo, de aquello que nos interesa.

5. Nos organizan para la acción. Nos capacitan para responder con rapidez ante hechos que nos parecen importantes y que tienen que ver con nuestra supervivencia -como cuando escuchamos un estruendo, en forma rápida buscamos alejarnos y protegernos-. Pero aun en sentimientos que no requieren de una respuesta tan rápida nos permiten encaminarnos a acciones consecuentes con ellos. Por ejemplo, sentirnos amorosos nos facilita la colaboración y el acercamiento.

6. Nos motivan. Las sensaciones, las emociones y lo sentimientos nos mueven, nos disponen a hacer cosas con respecto a lo que sentimos. Nos esforzamos constantemente para sentirnos mejor o para alargar los estados placenteros. Nos impulsan a ir hacia aquello que nos hace sentir bien y alejarnos de lo que nos hace sentir mal.

7. Comunican. Especialmente a través de la expresión no verbal. Es así como otros pueden captarnos y cómo podemos captar a otros sin palabras. Nos permiten percibir inconsistencias entre lo verbal y lo no verbal. Las emociones son terriblemente indiscretas para bien y para mal, ya que nos comunican lo que realmente nos importa.

 8. Le dan sabor a la vida. Si no fuera por la posibilidad de sentir no habría sufrimiento ni dicha, no existiría deseo, no cabría la tragedia ni la gloria de la condición humana. Sentir es el proceso de estar siendo.

 9. Clarifican al pensamiento y la toma de decisiones. La cognición pura, sin la ayuda de lo emocional, frecuentemente no es capaz de dar soluciones adecuadas a los problemas. A menudo, a través de las emociones, se perciben mucho más perspicazmente ciertos detalles de la situación como lo haríamos de otra manera. Los sentimientos son grandes sintetizadores de la experiencia.

10. Son generadores de comportamientos éticos. Si no fuese por sentimientos tales como el arrepentimiento, el afecto, la solidaridad, la compasión, la simpatía, etc., la vida social armónica sería imposible. No habría altruismo, ni bondad, ni censura. Parece que los sentimientos fueron el cimiento necesario para los comportamientos éticos mucho antes de que los seres humanos empezaran la construcción deliberada de normas inteligentes de conducta social, que pudo haber comenzado como parte de un programa global de biorregulación.


Las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución. La misma raíz etimológica de la palabra emoción proviene del verbo latino movere (que significa «moverse») más el prefijo «e-», significando algo así como «movimiento hacia» y sugiriendo, de ese modo, que en toda emoción hay implícita una tendencia a la acción.

Es la reacción más primaria y espontánea ante lo que ocurre en el entorno. Genéticamente venimos equipados con ellas, es la reacción psicológica más elemental que busca la supervivencia por encima de todo. En este sentido compartimos las mismas emociones con los demás mamíferos de este planeta.
 Basta con observar a los niños o a los animales para darnos cuenta de que las emociones conducen a la acción; es sólo en el mundo «civilizado» de los adultos en donde nos encontramos con esa extraña anomalía del reino animal en la que las emociones —los impulsos básicos que nos incitan a actuar— parecen hallarse divorciadas de las reacciones.

Las emociones son estructuras funcionales netamente diferenciadas, dan información sobre el estado de la relación organismo-entorno.
La emoción es una reacción espontánea del organismo, por lo mismo es amoral.

No podemos dejar de sentir lo que sentimos, ni de necesitar lo que necesitamos. Lo que si podemos hacer es ejercer nuestra libertad en la elección de lo que queremos hacer con ello.
 Es también la evaluación de la situación por parte del organismo, que sirve de fundamento para los mecanismos básicos de la regulación de la vida, y que está fundamentalmente al servicio de la supervivencia.

No es saludable negar lo que sentimos y lo que necesitamos, tarde o temprano pagamos, a nivel físico y psicológico, las consecuencias; tampoco es deseable una vida invadida por una emocionalidad descontrolada, pues ésta también es producto de negación y represión.
No puede haber comportamiento ético si la emoción se bloquea, ésta nos permite tener noción de la existencia del otro; la emoción nos da pistas, a veces muy certeras, de lo que ocurre en relación con el entorno, de lo que realmente queremos a nivel total de nuestro ser. Intentar disminuir o quitar la emoción es condenarnos a perder nuestra humanidad.


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Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
(Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
Especialista en Bioneuroemoción
(Instituto Español de Bioneuroemoción)
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)

www.centroelim.org                           Telf. 653-936-074
                            



lunes, 4 de abril de 2016

Equilibrio entre cerebro emocional y cerebro cognitivo


El cerebro emocional: cerebro límbico

El cerebro límbico controla las emociones y la fisiología del cuerpo. El cerebro límbico está constituido por las capas más profundas del cerebro humano. De hecho es un <<cerebro en el interior del cerebro>>

La organización del cerebro emocional es bastante más simple que la del neocórtex. A diferencia de lo que sucede en este último, la mayoría de las áreas del cerebro límbico no están organizadas en capas regulares de neuronas que permiten el tratamiento de la información, sino que las neuronas están más bien amalgamadas. A causa de esta estructura más rudimentaria, el tratamiento de la información por parte del cerebro emocional es mucho más primitivo que el efectuado por el neocórtex. Pero es más rápido y está más adaptado a reacciones esenciales para la supervivencia. Por esta razón, por ejemplo,  en la penumbra de un bosque, un pedazo de madera en el suelo puede parecer una serpiente y desencadenar una reacción de temor. Antes de que el resto del cerebro pueda completar el análisis y concluir que se trataba de un objeto inofensivo, el cerebro emocional desencadenará, basándose en informes muy parciales y a menudo incorrectos, la reacción de supervivencia que le parezca más adecuada.


El cerebro límbico es un centro de control que recoge continuamente informaciones provenientes de distintas partes del cuerpo y que responde de manera apropiada controlando el equilibrio fisiológico: la respiración, el ritmo cardíaco, la tensión arterial, el apetito, el sueño, la líbido, la secreción de hormonas, e incluso el funcionamiento del sistema inmunitario, están bajo sus órdenes. El papel del cerebro límbico parece ser mantener las diferentes funciones en equilibrio, el estado de homeostasis: el equilibrio dinámico que nos mantiene con vida. Desde este punto de vista, nuestras emociones no son más que la experiencia consciente de un largo conjunto de reacciones fisiológicas que regulan y ajustan continuamente la actividad de los sistemas biológicos del cuerpo a los imperativos del entorno interno y externo.

 El cerebro emocional mantiene, pues, casi una mayor intimidad con el cuerpo que con el cerebro cognitivo. Y por esta razón suele ser más fácil acceder a las emociones a través del cuerpo que mediante la palabra.

Debido a su estrecha relación con el cuerpo, suele resultar más fácil actuar sobre el cerebro emocional a través del cuerpo que mediante el lenguaje.




El neo córtex o cerebro cognitivo

El cerebro cortical controla la cognición, el lenguaje y el razonamiento. El neocórtex, la “corteza nueva”, es la superficie plisada que da al cerebro su apariencia tan característica. También es la envoltura que rodea al cerebro emocional. Se encuentra en la superficie pues, desde el punto de vista evolutivo, es la capa más reciente. Está constituido por seis estratos distintos de neuronas, regulares y organizadas para un óptimo tratamiento de la información, como en un microprocesador. Esta organización es la que confiere al cerebro su excepcional capacidad para tratar la información. Aunque sigue siendo muy difícil programar los ordenadores para que reconozcan los rostros humanos en todas las condiciones de iluminación y orientación, el neocórtex lo logra sin dificultad en pocos milisegundos. En el campo de la audición, sus complejas capacidades de tratamiento del sonido le permiten diferenciar, incluso antes de nacer, entre el lenguaje materno y cualquier otro lengua extraña.

 En el hombre, la parte del neocórtex que se halla tras la frente, por encima de los ojos, bautizada como <<córtex o corteza anterior>>, está especialmente desarrollada. Mientras que el tamaño del cerebro emocional es casi el mismo de una especie a otra (teniendo en cuenta, claro está, las diferencias de tamaño), el córtex anterior presenta en el hombre una proporción mucho mayor del cerebro que en los demás animales.

Gracias a la intermediación del córtex anterior, el neocórtex se ocupa de la atención, la concentración, la inhibición de los impulsos e instintos, el ordenamiento de las relaciones sociales y, como demostró Damasio, el comportamiento moral. Sobre todo es el que establece los planes de futuro a partir de símbolos que no están presentes en el espíritu, es decir, sin que la información resulte aparente para la vista o la tengamos entre manos. Atención, concentración, reflexión, planificación, comportamiento moral: el neocórtex –nuestro cerebro cognitivo- es un componente esencial de nuestra humanidad.


Cuando hay entendimiento entre ambos cerebros


Los dos cerebros, emocional y cognitivo, perciben la información proveniente del mundo exterior más o menos a la vez. A partir de ahí, pueden bien cooperar, o disputarse el control del pensamiento, de las emociones y del comportamiento. El resultado de esta interacción –cooperación o competición- es lo que determina lo que sentimos, nuestra relación con el mundo y con los demás. Las diversas formas de competición nos hacen desgraciados.

Por el contrario, cuando el cerebro emocional y el cognitivo se complementan, uno para dar dirección a lo que queremos vivir (el emocional), y el otro para hacernos avanzar por ese camino de la manera más inteligente posible (el cognitivo), sentimos una armonía inferior –un <<estoy ahí donde quiero estar en mi vida>>- que sustenta todas las experiencias duraderas de bienestar.


El cortocircuito emocional

 La evolución conocía cuales eran sus prioridades. Y la evolución es ante todo una cuestión de supervivencia y de transmisión de nuestros genes de una generación a la siguiente. Sea cual fuere la complejidad del cerebro que se ha ido conformado en el transcurso de varios millones de años, sea cuales fueren sus prodigiosas capacidades de concentración, abstracción, de reflexión sobre sí mismo, si nos impidiesen detectar la presencia de un tigre o de un enemigo, o no nos permitieran reconocer la presencia de una compañía sexual apropiada y, por tanto, una ocasión de reproducirnos, nuestra especie se habría extinguido hace ya mucho.

Por fortuna, el cerebro emocional vela permanentemente. Se encarga de vigilar el entorno, en segundo plano. Cuando detecta un peligro o una oportunidad excepcional desde el punto de vista de la supervivencia –un posible compañero sexual, un territorio, un bien material útil-, desencadena de inmediato una alarma que anula en pocos milisegundos todas las operaciones del cerebro cognitivo e interrumpe su actividad. Eso permite que el cerebro, en su conjunto, se pueda concentrar instantáneamente en lo que resulta esencial para la supervivencia.


Éste es  el mecanismo que nos ayuda, cuando conducimos, a detectar, de manera inconsciente, un camión que viene en nuestra dirección, cuando nos hallamos enfrascados en una conversación con el pasajero. El cerebro emocional descubre el peligro y, a continuación, centra nuestra atención hasta que el peligro desaparece. También es él el que interrumpe la conversación entre dos hombres en la terraza de una cafetería cuando en su campo de visión irrumpe una seductora minifalda. Y también es él el que silencia a los padres en un parque cuando perciben por el rabillo del ojo que un perro desconocido se acerca a su hijo.

El equipo de Patricia Goldman-Rakic, de la Universidad de Yale, ha demostrado que el cerebro emocional tiene la capacidad de “desconectar” el córtex anterior, la parte más avanzada del cerebro cognitivo. 
Bajo el efecto de un estrés importante, el córtex anterior deja de responder y pierde la capacidad de guiar el comportamiento. De repente, los que toman la iniciativa son los reflejos y las acciones instintivas. Mas rápidos y cercanos a nuestra herencia genética, la evolución les ha dotado de prioridad en las situaciones urgentes, como si estuviesen mejor dotados para guiarnos que las reflexiones abstractas cuando lo que está en juego es la vida. 

En las condiciones de vida casi animales de nuestros antepasados, este sistema de alarma era algo esencial. Varios cientos de miles de años tras la aparición del Homo sapiens, nos sigue resultando prodigiosamente útil en la vida cotidiana.


 No obstante, cuando nuestras emociones son demasiado intensas, esta preeminencia del cerebro emocional sobre el cognitivo empieza a dominar nuestro funcionamiento mental. Perdemos entonces el control del flujo de nuestros pensamientos y nos tornamos incapaces de actuar en función de nuestro mejor interés a largo plazo. Eso es lo que nos sucede cuando nos sentimos “irritables” tras una contrariedad, en el transcurso de una depresión, o como consecuencia de un traumatismo emocional más grave. Eso es también lo que explica el “temperamento demasiado sensible” de aquellas personas que ha padecido abusos físicos, sexuales, o incluso simplemente emocionales.

En la práctica médica, se pueden hallar dos ejemplos corrientes de este cortocircuito emocional. El primero es el que se denomina <<estado de estrés postraumático>> (EEPT): a consecuencia de un traumatismo grave –por ejemplo, una violación o un terremoto-, el cerebro emocional se comporta como un centinela leal y consciente de que se hubiera dejado sorprender. Desencadena la alarma con mayor frecuencia, como si fuese incapaz de asegurar la ausencia de todo peligro.
El segundo ejemplo corriente es el de los ataques de ansiedad, que en psiquiatría también se llaman ataques de pánico. 

El cerebro límbico toma repentinamente el control de todas las funciones del cuerpo: el corazón late a toda velocidad, el estómago se anuda, manos y piernas tiemblan, el sudor perla todo el cuerpo. Al mismo tiempo, las funciones cognitivas son aniquiladas por la subida de adrenalina. El cerebro cognitivo no percibirá razón alguna para un estado de alarma tal, pues permanecerá “desconectado” por la adrenalina, siendo incapaz de organizar una respuesta coherente frente a la situación.

Las personas que han padecido ataques de este tipo lo describen muy bien: “Mi cerebro estaba como vacío; no podía pensar. Las únicas palabras de las que era consciente eran: “Estás a punto de morir; llama a una ambulancia. ¡Deprisa!”.
Por el contrario, el cerebro cognitivo controla la atención consciente,  la capacidad de atemperar las reacciones emocional antes de que se tornen desproporcionadas. Esta regulación de las emociones por parte del cognitivo nos libera de lo que podría ser una tiranía de las emociones y una vida totalmente dirigida por instintos y reflejos.

 Pero la cuchilla del control cognitivo de las emociones tienen dos filos: si se utiliza demasiado puede acabar perdiéndose el contacto con las llamadas de socorro del cerebro emocional. Pueden apreciarse los efectos de esta supresión excesiva en las personas que han aprendido, de niños, que sus emociones no eran aceptables, siendo el cliché por excelencia en la materia la exhortación tantas veces escuchada entre hombres: <<Los chicos no lloran>>.


Un control exagerando de las emociones también puede dar paso a un temperamento no suficientemente sensible. Un cerebro que no deja que la información emocional desempeñe su papel se enfrenta a otros problemas. Por una parte resulta mucho más difícil tomar decisiones porque no se siente preferencia alguna “en el fuero interno”, es decir, en el corazón y el vientre, las partes del cuerpo que ofrecen un eco “visceral” a las emociones. 

Por esta razón se ve a los intelectuales un poco demasiado “dotados”- a menudo hombres- perderse en consideraciones infinitas de detalles cuando se trata de elegir entre dos coches, por ejemplo, o incluso entre dos cámaras fotográficas.
La separación entre el cerebro cognitivo y el cerebro emocional comporta una capacidad extraordinaria para no percibir las pequeñas señales de alarma de nuestro sistema límbico.

Siempre encontramos buenas razones para encerrarnos en un matrimonio o en una profesión que en realidad nos hacen sufrir, violentando a diario nuestros valores más profundos. Pero eso no se arregla haciendo oídos sordos a una desazón subyacente. Como el cuerpo es el principal campo de acción del cerebro emocional, este callejón sin salido se traduce en problemas físicos. Los síntomas son las clásicas enfermedades del estrés: la fatiga inexplicable, la hipertensión arterial, los catarros y otras infecciones repetitivas, las enfermedades cardíacas, los trastornos intestinales y los problemas de la piel. Investigadores de Berkeley han llegado incluso a sugerir hace poco que lo que más pesa sobre nuestro corazón y arterias es la supresión de las emociones negativas por parte del cerebro cognitivo,  y no las emociones negativas en sí mismas.


Para vivir en armonía en la sociedad humana hay que alcanzar y mantener un equilibrio entre nuestras reacciones emocionales inmediatas –instintivas- y las respuestas racionales que preservan los vínculos sociales a largo plazo.

La inteligencia emocional se expresa al máximo cuando los dos sistemas del cerebro –el cortical y el límbico- cooperan en todo momento.
En este estado, los pensamientos, decisiones y gestos, se ajustan y fluyen de manera natural, sin que prestemos una atención particular.
En este estado, sabemos qué elección tomar en cada instante, y vamos en pos de nuestros objetivos sin esfuerzo con una concentración natural, porque nuestras acciones están en línea con nuestros valores.


Este estado de bienestar es a lo que aspiramos continuamente: la manifestación de la armonía perfecta entre el cerebro emocional, que proporciona la energía y la dirección, y el cerebro cognitivo, que organiza su ejecución.
                                                   David Servan