CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

Puedo ayudarte


TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


jueves, 18 de noviembre de 2021

Cómo transformar el cuerpo de dolor


 – Reconociendo:

Observa la conversación interna. Cuando los pensamientos sobrevengan, permítelos y reconoce los sentimientos que generan. “Estoy asustado”, “Estoy enojado”, “Estoy triste”, “Estoy excitado”, “Estoy entusiasmado”, “Me siento atraído”, “Estoy confundido”, etc.
Date cuenta que cuando una emoción está activa, también hay un diálogo interno que pretende justificar y dar razón o sentido a la emoción. Procura quedarte con la sensación sin perderte en el diálogo interno.


– Localizando:

Ahora, enlaza con tu cuerpo ¿Dónde lo siento? Notando en qué parte del cuerpo está exactamente la sensación.
Estamos acostumbrados a estar desconectados de nuestro cuerpo. Cuando permitimos que el cuerpo sea parte de lo que está sucediendo, entramos a otro nivel de consciencia y el cuerpo nos contará lo que necesitamos. La energía estancada está en el cuerpo y desde allí será liberada.


–Permitiendo:

Ahora que escuchas tu cuerpo, déjalo que haga lo que necesita: moviéndolo, sacudiéndolo, estirándolo, emitiendo sonidos…
Al conectar con el cuerpo, el nos dirá lo que necesita y simplemente se lo permitimos sin juzgar, ni criticar. Por ejemplo, el cuerpo necesita gritar y la mente puede resistirse justificándose en que será vergonzoso o incomodará a otros. Permitirlo significa contribuir a satisfacer la necesidad del cuerpo, a pesar de reconocer lo que la mente nos diga. Si necesita gritar puedes imaginar que gritas y te zambulles en esa sensación.


– Intensificando:

Amplificando al máximo lo que siento.
La manera de traspasar la contracción es experimentándola en todo su potencial, a pesar de los temores que genere. Estamos hechos de una gran inteligencia, de manera que, se trata de confiar y zambullirnos totalmente en la contracción.


–Respirando:

Pasado el proceso de reconocer, permitir, localizar e intensificar, la respiración nos llena de vida y equilibrio promoviendo la conexión entre todas las células del cuerpo y por lo tanto la integración de la energía liberada.

Después, procúrate un tiempo a solas para integrar la experiencia que has tenido. Tal vez, recostarte por un rato y luego escribir en tu agenda.

Toma agua.

Luis Diaz

viernes, 6 de agosto de 2021

El dolor como maestro


Algo de lo más profundo de nosotros puede abrirse paso y brillar a través de las experiencias de dolor. El dolor puede ser nuestro aliado, nuestro guía y maestro y, cuando es experimentado de manera consciente es, paradójicamente, el portal que da a la liberación del sufrimiento.

El dolor que es vivido conscientemente nos conduce a un lugar que sentimos como «de vuelta a casa». La mayor parte de la humanidad vive en un estado de sufrimiento inconsciente, y la mayor parte de este dolor es artificial. Sabios y maestros espirituales de todos los tiempos han identificado ese estado como «ensueño», «fantasía» o «imaginación». En el hinduismo, por ejemplo, se dio el nombre de «maya» a esa «obra de teatro» creada por la divinidad que es el mundo, sólo una etapa del juego divino.

Pero más allá del nombre que le demos, es un estado del ser desde donde hacemos lo imposible para ser diferentes de lo que somos en realidad.

Así vivimos nuestras vidas, profundamente identificados con lo que no es verdad, como presas de un trance hipnótico. Y lo más interesante es que es posible que permanezcamos en ese estado hasta el final de nuestra vida. De hecho la mayoría de la humanidad así lo hace.

La transformación de las contracciones energéticas que llamamos «dolor» requiere atención y presencia.

Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que lo alimentan. Entonces podremos empezar a desmadejarlo.

Este proceso es extraordinariamente simple, aunque al principio puede resultarnos dificultoso, en parte por falta de ejercitación y, sobre todo, por toda una vida de entrenamiento en juzgar, resistir y luchar con lo incomodo o doloroso.

La creación del cuerpo del dolor pudo habernos llevado toda la vida, pero la transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante.

Cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, nos «traemos» a nosotros mismos al momento presente. Es así como el dolor nos devuelve a la vida, que ocurre, siempre, ahora, en este preciso instante.



EJERCICIO 1º

Tómate un momento para apreciar la diferencia entre el estado de ensueño y el estar aquí y ahora. Respira profundo. Siente tu cuerpo… ¿Cómo lo sientes?

¿Qué sensaciones experimentas y dónde?

¿En qué lugar de tu cuerpo hay relajación y en qué lugar, tensión? (Si experimentas calma, siente si es calma real o si es adormecimiento.)

Siente tu respiración….

-Ahora, mientras parte de tu atención está puesta en las sensaciones de tu cuerpo –el espacio interno– pasa a reconocer poco a poco el espacio exterior.

-¿Qué está pasando exactamente ahora dentro de tu cuerpo y fuera de él?

Captura estas percepciones, mira por un momento y siente. Respira.

-Éste es el comienzo del estado de presencia.



EJERCICIO Nº 2

Por un momento, concentra tu atención en tu cuerpo. Sin tratar de fijar ni cambiar nada, nota cualquier sensación. Repara en la postura, nota si hay áreas de tensión o relajación. Reconoce si hay alguna incomodidad.

Tómate sólo un minuto y nota la incomodidad, sea poca o mucha. Sé curioso, pon tu atención en ella y siéntela, siéntela realmente.

Ahora, pon algo de esa atención en lo siguiente:

¿Qué o quién en ti está realmente experimentando lo que está siendo experimentado?

Sin perder la conexión con las sensaciones del cuerpo, concéntrate en esa experiencia sin cambiarla.

En otras palabras, sé la experiencia de este momento.



El dolor es como un reloj despertador que suena más fuerte cuanto más queremos ignorarlo. Y si lo silenciamos usando una de las tantas estrategias que conocemos, un tiempo después todo volverá a comenzar, y probablemente con más énfasis. Lo que resistes, persiste y se intensifica.

El dolor puede ser nuestro despertador espiritual: «¡Despierta, ya! Es tiempo de levantarse y vivir una vida real».

A veces un intenso y profundo dolor puede ser un regalo y liberarnos de una vez por todas del sufrimiento.

Místicos y maestros de todas las épocas han reflexionado acerca del poder transformador del dolor, enseñado que tanto el dolor físico como el dolor emocional pueden ser excelentes oportunidades de experimentar lo que somos y abrirnos a aquello que está más allá del cuerpo.

Si enfocamos nuestra atención en esta dirección, el cuerpo puede ser usado como un portal de paso hacia la realidad.

Lamentablemente, muchas enseñanzas espirituales saltean o niegan el cuerpo antes de haberse concentrado en él para abrazar lo que allí sucede. Y, como ya sabemos, inevitablemente, la lucha acarrea resistencia, y la resistencia arrastra más y más sufrimiento, haciéndolo perdurable.

El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo. Es nuestra decisión sentarnos con él frente a frente y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.

Cuando uno empieza a saber cómo transformar el dolor, lo que era un «estorbo» empieza a convertirse en un regalo. El dolor físico, la tristeza, el enojo y el temor se convierten en oportunidades de sanarnos y acceder a nuestro potencial verdadero, dándonos la posibilidad de despertar a un profundo sentido de ser interno, que paradójicamente quizás necesitaba no estar del todo sano o no ser feliz para emerger con toda su elocuencia.

Para transformar el dolor necesitamos sentir en el momento, la incomodidad presente en nosotros.

Eso se consigue sumergiéndose en ella, en lugar de luchar para alejarla. Tenemos que zambullirnos hacia el centro de la incomodidad con toda nuestra presencia y toda nuestra atención.

Ir hacia lo más profundo de la incomodidad sin analizar o interpretar de dónde viene, por qué viene o cuál es la razón de su existencia.

Esta es la esencia del proceso CMR. (Liberación de la Memoria Celular)




miércoles, 9 de junio de 2021

Emociones


Las emociones están ligadas al cuerpo y, por tanto, sus manifestaciones son visibles (gestos, tono de la voz, ritmo cardiaco…).

Preceden a los sentimientos y se dieron antes en nuestro proceso evolutivo. Ocurren de forma automática, sin necesidad de pensar.

Su objetivo es regular el proceso vital y promover la supervivencia y el bienestar (homeostasis). En un principio (aunque hay algunas emociones que hoy en día no resultan adaptativas, como las que están detrás del racismo), las emociones apuntan directamente a la regulación vital a fin de evitar los peligros o ayudar al organismo a sacar partido de una oportunidad.

“Desde los procesos químicos homeostáticos hasta las emociones propiamente dichas, los fenómenos de regulación vital, sin excepción, tienen que ver, directa o indirectamente, con la integridad y la salud del organismo”. (A. Damasio)

Las emociones proporcionan un medio natural para que el cerebro y la mente evalúen el ambiente interior y el que rodea al organismo, y para que respondan en consecuencia y de manera adaptativa.

Esta evaluación se puede hacer de manera inconsciente y de manera consciente. Aprender a responder de manera consciente y no automática ante los acontecimientos, nos habla de desarrollo de la inteligencia emocional.

Las emociones provocan pensamientos y los pensamientos provocan emociones.

Nuestro aprendizaje asociativo conecta emociones con pensamientos en una rica red de dos direcciones. Determinados pensamientos evocan determinadas emociones, y viceversa.


El síntoma y las emociones

Es bien sabido que nuestras emociones y sentimientos afectan a nuestro estado físico y nos produce diversas alteraciones en función de cómo vivimos los acontecimientos diarios.

Muchas veces nos quedamos aquí, creyendo que lo podemos hacer es muy poco o nada. Buscamos soluciones más o menos efectivas, desde la toma de un remedio a la práctica de diversas técnicas manuales, de relajación, etc.

Reprimimos nuestras auténticas emociones y sentimientos por tabúes, por educación, por conveniencia social, por creencias familiares o por educación religiosa.

Esto lo hacemos la mayoría de las veces de una forma automática, inconsciente. Luego, unas horas o días más tarde, nos encontramos mal, tenemos acidez, nos duele la cabeza o la espalda.

Pensamos que eso es debido a una mala postura, a una comida que no está en condiciones o simplemente al estrés cotidiano.

No solemos ir más allá, nos quedamos en la explicación mental, en la explicación que justifica nuestro estado.

Por carecer de educación emocional, tendemos a reprimir las emociones, no las arreglamos para no escucharlas de alguna de las siguientes maneras:

· No expresándolas, ni reconociéndolas, negándolas

· Me digo que ya pasará, que no es nada.

· Me agoto haciendo deporte para desahogarme, para no pensar en otras cosas.

· Me aturdo con la televisión

· Me entrego en cuerpo y alma al trabajo.

· Evito de ir a ciertos lugares que me recuerdan algún drama.

· Intento distraerme para huir de una emoción negativa: cine, internet, juegos…

· Duermo más que la media normal.

· Como demasiado, bebo demasiado, tomo drogas, alcohol.

· Corto relaciones con la familia, mis raíces. Etc.

Si la situación, el malestar, el dolor que vivimos se repite una y otra vez, entonces nuestros síntomas se cronifican y nos vemos abocados a tomar un medicamento/remedio de una forma continua.

Nos metemos en una rueda de emoción, dolor moral, dolor físico y sufrimientos.

No encontramos la salida, buscamos encontrarnos bien lo más pronto posible, pero no hacemos algo fundamental, que es cambiar nuestros hábitos, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, descodificar nuestras emociones atrapadas y censuradas por nosotros mismos.

No escuchamos a nuestro interior que nos envía un mensaje a través del síntoma físico. Nos sentimos bloqueados, no sabemos qué dirección tomar, qué camino seguir, nos sentimos vacíos, desorientados, perdidos.

Mientras, nuestro inconsciente biológico sigue actuando y mandando el mensaje sin ser escuchado. Y no va a parar, va a seguir y va a aumentar en intensidad ese síntoma para que prestemos atención y si seguimos intentando apagarlo o silenciarlo, al final el síntoma será de tal índole que tendremos que pararnos ya que nos resultará imposible seguir nuestra vida cotidiana.

Es el momento de reflexión, de cuestionarnos nuestra forma de vida, de hacer un alto en el camino, de preguntarnos:


¿Qué me ha llevado hasta aquí?

¿Qué siento?

¿Cómo lo siento?

¿Dónde lo siento?

Es el momento de buscar otras soluciones. Pensar que quizás la respuesta está en MÍ. Para ello es necesario aprender a interpretar que me está diciendo mi Inconsciente Biológico.




Te acompaño en el proceso


Consultas Presenciales / Consultas por Skype


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anathéoresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología (IPPNIM)


www.centroelim.org     Telf.    653-936-074



domingo, 6 de junio de 2021

Coherencia Cardiaca

 


¿Qué es la Coherencia Cardiaca?

Cuando nos sentimos en equilibrio y armonía interiormente, en nuestras relaciones, en el trabajo y en nuestra manera de afrontar retos de la vida, estamos en coherencia cardiaca, un estado fisiológico que favorece que se coordinen e interaccionen de forma equilibrada, el corazón, la mente, las emociones y la fisiología: la respiración, la digestión, la respuesta del sistema inmune, la liberación hormonal, etc.

Este estado fisiológico óptimo facilita el aprendizaje, el rendimiento, el desarrollo, fomenta el bienestar, mejora las relaciones y los procesos regenerativos naturales del cuerpo.

La Técnica de Coherencia Cardíaca, es una técnica de biofeedback que enseña a autorregular el estado fisiológico y combatir la ansiedad, enseña a controlar y eliminar el estrés y crear su opuesto fisiológico, el estado de Coherencia.

Además permite observar y medir los progresos del entrenamiento de tu corazón en tiempo real, ver tu Estado de Coherencia y su evolución después de cada sesión y cómo responde tu corazón a los niveles de estrés.

La razón es que el corazón es un fiel reflejo de nuestro estado de estrés. El nivel de estrés de una persona es reflejado por los latidos del corazón.

Y de forma inversa, entrenando el corazón a latir en Coherencia, eliminamos dicho estrés mediante un proceso de "feedback".

Esto ocurre por la siguiente razón: Estudios han demostrado que la comunicación entre el cerebro y el corazón es de dos vías: el corazón envía tantas señales al cerebro como el cerebro envía al corazón.

Como consecuencia, si el corazón late de una forma Coherente (no estresado), envía señales al cerebro para que elimine el estrés mediante un proceso fisiológico de reducción de hormonas del estrés y aumento de hormonas "positivas".



AUTORREGULACIÓN DE LAS EMOCIONES

Las emociones "negativas" o el estrés desincronizan por completo el sistema nervioso y cuando esto sucede, se altera también la frecuencia cardiaca y la gráfica que lo representa en el monitor es irregular, lo cual incrementa aún más el nivel de estrés sobre el organismo en general y afecta también las funciones mentales.

En cambio observamos que las emociones positivas como el cariño, el amor, el interés por los demás y la compasión, incrementan el orden y el equilibrio en el sistema nervioso, lo cual se traduce en ritmos cardiacos suaves y armónicos, y en ondas más sinusoidales (coherentes). 

Dichos ritmos, no solo reducen el nivel de estrés sino que potencian en los sujetos la capacidad de pensar con claridad y autorregularse su respuesta emocional.

Al aprender a descifrar los mensajes que recibimos del corazón, nuestra percepción alcanza el nivel de precisión necesario para gestionar las emociones de manera eficaz cuando se nos plantean problemas en la vida.

Cuando más aprendemos a escuchar y a hacerle caso a nuestra inteligencia del corazón, más equilibradas y coherentes se vuelven nuestras emociones.

La persona posee más inteligencia emocional cuanto más haya aprendido la sabiduría e inteligencia de su corazón.

Al relacionar los patrones en la pantalla con tu entrenamiento progresivo, aprendes a encontrar y mantener coherencia fisiológica. Esto ayuda a reducir y eliminar los síntomas fisiológicos y psicológicos del estrés. 

La meta es aumentar el nivel de coherencia cardíaca en cada sesión y seguir de cerca el progreso.

La creencia de que nuestro corazón late a un ritmo constante se encuentra muy extendida, no obstante el tiempo entre los latidos de nuestro corazón varía intervalo a intervalo. Esta variación de ritmo es lo que se conoce como Variabilidad del Pulso Cardiaco (VPC).

Si esta variación es constante y regular decimos que el corazón se haya en un estado de alta Coherencia Cardiaca, frente al estado de baja Coherencia o caos, en el cual la VPC es muy irregular.

El corazón se encuentra bajo el control de las dos ramas del sistema nervioso autónomo (SNA): El sistema simpático, que lo acelera, y el parasimpático, que lo frena. 

Una buena Coherencia Cardiaca es indicativa de una influencia coordinada de estos dos sistemas sobre el corazón.

Tener una buena Coherencia Cardiaca implicaría por tanto que nuestro corazón está preparado para reaccionar eficientemente ante las demandas del medio.

Cuando tomamos decisiones desde el sosiego interior, evitamos que la impaciencia de la mente, ensordezca los sabios consejos que nos susurre la intuición desde nuestro interior, así estamos aplicando la cualidad de la inteligencia del corazón.

 

Técnicas de Biofeedback:

Son procedimientos que permiten que el individuo, mediante instrumentos electrónicos que generan señales auditivas o visuales, obtenga consciencia de aquellos cambios fisiológicos y biológicos que normalmente no son perceptibles (ritmo cardíaco, presión arterial, conductancia de la piel, frecuencia del pulso...)

Con estas técnicas el paciente puede modificar sus propios estados orgánicos y provocar su normal funcionamiento. El objetivo del biofeedback o retroalimentación es conseguir en el sujeto un cierto control voluntario, sin el uso de instrumentos, de sus propios estados biológicos.

La Técnica de Coherencia Cardíaca, es una técnica de biofeedback que enseña a autorregular el estado fisiológico y combatir la ansiedad.

Mediante el registro de la Variabilidad de la Frecuencia Cardíaca se obtiene una medida objetiva del funcionamiento del sistema nervioso.

La Coherencia Cardíaca alta nos indica que el individuo se encuentra con un registro de variabilidad del ritmo cardíaco equilibrado, por tanto la persona se encuentra en armonía.

Cuando la Variabilidad Cardíaca es mayor se refleja un porcentaje de baja C.C. y un gráfico irregular, lo que supone que la persona está estresada.





PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO  PRESENCIAL.

(4 sesiones)

¿Qué aprendes en las sesiones?

  • Aprenderás a cambiar rápidamente tus reacciones ante el estrés, autorregulando tus emociones
  • Incrementar tu energía.
  • Mejorar tu bienestar y rendimiento.
  • Aumentar tu capacidad cognitiva.
  • A escuchar la sabiduría e inteligencia de su corazón.
  • Incrementar la claridad mental
  • Potenciar la capacidad de escuchar y conectar más profundamente con las indicaciones intuitivas del corazón.
  • Disminuir el malestar físico en caso de enfermedades crónicas

 

Cuando una persona está en Coherencia:

  • No está bajo estrés
  • Aumenta la Capacidad cognitiva 
  • Mayor capacidad para tomar decisiones y ver situaciones con claridad
  • Puede alternar entre los estados de acción y relajación sin dificultad
  •  Está en un estado de equilibrio cuerpo/mente
  • Las ondas cerebrales, como las alfa, se sincronizan más con el corazón, y esto se traduce en una mayor sincronización y resonancia de todo el cuerpo.
  • Un par de minutos de coherencia cardiaca hace que la tensión arterial disminuya en personas hipertensas.
  • A nivel psicológico, al estar en coherencia, se experimenta una clara disminución del “ruido” interior que genera el fluir normal de la actividad desordenada mental y emocional
  • Mayor sensación de armonía y sincronía y de conexión con la intuición del corazón 
  • Aprender a gestionar mejor nuestros pensamientos y sentimientos, lo cual reduce las reacciones estresantes.
  • Aumenta la  adaptabilidad, la memoria y la capacidad de concentración.
  • Al aprender a autogestionar nuestro consumo de energía mental y emocional, aumenta la resiliencia y mejora notablemente  la salud.
  • Al estar el sistema nervioso más sincronizado, se reequilibran los sistemas hormonal e inmune.
  • En estado de coherencia cardíaca, el corazón proyecta en su entorno una señal electromagnética coherente que puede ser detectada por el sistema nervioso de la demás personas e incluso de animales.

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WhatsApp contacto: 65-39-36-074






sábado, 1 de mayo de 2021

El proceso de liberación del cuerpo del dolor (PBR) cómo transformar el dolor en alegría y paz

 

A medida que crecemos y nos convertimos en adultos civilizados, tendemos a olvidar que debemos darle tiempo a nuestro sistema orgánico para que procese el dolor y la incomodidad de manera natural.

Cuando llegamos a la adultez nos hemos convertido en maestros en el arte de resistir el dolor o erradicarlo y, sobre todo, nos hemos olvidado de cómo transformarlo.

Si queremos recuperar el campo de energía vivo, amoroso y fresco que teníamos cuando éramos criaturas, debemos desaprender lo aprendido, desandar lo andado y establecer nuevos hábitos y nuevos modos de tratar con el dolor.


Ejercicio

· Siente el dolor físico o la incomodidad emocional que está presente en ti en este instante. Permítelo con todo tu ser.

· Escucha la conversación interna que está teniendo lugar.

· Cuando los pensamientos sobrevengan, permítelos. Observa el hábito que tiene la mente de tratar de evitar la incomodidad analizando o tejiendo una historia. Pon tu atención en el cuerpo y en sus sensaciones. Permanece con las sensaciones y los sentimientos tal cual son.

· Observa en qué parte del cuerpo está la sensación. Permítele al cuerpo procesar esas energías, mientras tú atestiguas el proceso. Observa lo que el cuerpo hace (cualquier sensación interna o sentimiento, cualesquiera pensamientos asociados con el asunto, etc.), sin tratar de controlar nada.

· El cuerpo del dolor suele tener varias capas profundas y gruesas de fuerza de vida contraída. Quizás experimentes oleadas de sentimientos y/o sensaciones intensos, que alternan con intervalos de calma y relajación.

· Permite ese efecto de péndulo tantas veces como lo necesites.

Podrás pasar de la incomodidad al placer. Confía en la natural inteligencia de tu cuerpo. Tú no eres ninguno de los extremos del péndulo, sino el punto muerto que permite que el péndulo sea. Tú eres lo que atestigua.

· Todo lo anterior puede llevar de un par de minutos a media hora, o más.

· Después de entrar en el cuerpo del dolor, procúrate un tiempo a solas para integrar la experiencia que has tenido. Puedes recostarte por un rato, en la cama o en el piso, y luego escribir en tu cuaderno de notas.


La transformación de las contracciones energéticas que llamamos dolor requiere atención y presencia.

Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que los alimentan. Entonces podremos empezar a descubrirlos.

Este proceso es extraordinariamente simple, aunque al principio puede resultarnos dificultoso, en parte por falta de ejercitación pero, sobre todo, por toda una vida de entrenamiento en juzgar, resistir y luchar con lo incómodo o doloroso.

La creación del cuerpo del dolor pudo habernos llevado toda la vida, pero la transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante.

PBR se comporta como un incendio forestal irrefrenable, y el estado de presencia es como un viento que esparce y alimenta ese incendio. Cuanto más presentes estamos, más poder cobra el fuego transformador.

A su paso, se consumen extensas áreas de mentira y de miedo, de vergüenza y autocondena, para dar lugar a lo que ha estado allí desde siempre, esperando ser experimentado y reconocido:

nuestro ser verdadero.

La vida, ese breve intervalo que media entre el nacimiento y la muerte, puede ser transitado casi por completo en el estado de ensueño y fantasía que crea la mente racional, mientras un mundo maravilloso cambia a cada instante a nuestro alrededor, aun cuando estemos distraídos repasando el pasado o tratando de predecir el futuro.

Sin embargo, como la nave a la deriva se beneficia de la luz del faro, podemos experimentar en nuestro cuerpo sensaciones muy intensas si nos sacudimos, aunque sea temporalmente, el sueño en el que estamos sumergidos y salimos al encuentro del poderoso “ahora”.

Cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, nos “traemos” a nosotros mismos al momento presente.

Es así como el dolor nos devuelve a la vida, que siempre ocurre ahora, en este preciso instante.


¿Acaso deberíamos crear más dolor para liberarnos del sufrimiento?

No. Hay más que suficiente dolor a nuestro alrededor y en nuestras vidas. No es necesario crear todavía un poco más.

El dolor es como un reloj despertador que suena más fuerte cuanto más queremos ignorarlo. Y, si lo silenciamos usando una de las tantas estrategias que conocemos, un tiempo después todo volverá a comenzar, y probablemente con más énfasis. Lo que resistes persiste y, de hecho, se intensifica.

El dolor puede ser nuestro despertador espiritual: “¡Despierta, ya! Es tiempo de levantarse y vivir una vida real”.

A veces un intenso y profundo dolor puede ser un regalo y liberarnos de una vez por todas del sufrimiento.

Místicos y maestros de todas las épocas han reflexionado acerca del poder transformador del dolor, enseñando que tanto el dolor físico como el dolor emocional pueden ser excelentes oportunidades de ponernos en contacto con lo que está vivo en nosotros y de experimentar lo que somos al abrirnos a aquello que está más allá del cuerpo.


Ejercicio

Presta atención a lo que está vivo en ti y en tu cuerpo. Sin tratar de corregir ni cambiar nada, nota cualquier sensación

Repara en la postura, nota si hay áreas de tensión o relajación.

Reconoce si hay alguna incomodidad. Tú puedes haber leído estas páginas sin pensar en absoluto cómo se siente tu cuerpo.

Aun en este momento puedes estar leyendo para evitar un dolor o una sensación incómoda.

Tómate sólo un minuto y nota la incomodidad, sea poca o mucha. Sé curioso, pon tu atención en ella y siéntela, siéntela realmente.

Ahora, pon algo de esa atención en lo siguiente:

¿Qué o quién en ti está realmente experimentando lo que está siendo experimentado?

Sin perder la conexión con las sensaciones del cuerpo, concéntrate en esa experiencia sin cambiarla.

En otras palabras, sé la experiencia de este momento.

Así abordado, el cuerpo puede ser un portal hacia la realidad.


Lamentablemente, muchas enseñanzas espirituales ignoran o niegan el cuerpo, en lugar de concentrarse en él para abrazar la vida que allí se desarrolla. Y, como ya sabemos, inevitablemente, la lucha acarrea resistencia, y la resistencia arrastra más y más sufrimiento, haciéndolo perdurable.

El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo.

Tenemos que tomar la decisión de enfrentarlo y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.


Fuente: La Memoria de las Células

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domingo, 31 de enero de 2021

El cambio interior (M. Brown)


En el mundo en que vivimos actualmente, si no estamos satisfechos con la calidad de nuestra experiencia, lo más probable es que intentemos hacer cambios en nuestra vida operando sobre las circunstancias físicas externas. Esto se debe a que el aspecto físico externo de nuestra experiencia es el más tangible y el de más fácil acceso. Sin embargo, aunque podamos hacer un cambio relativamente rápido en nuestras circunstancias físicas, estos cambios no perduran, debido a que los aspectos físicos de nuestras circunstancias son siempre efectos, y no causas. 

Por otra parte, el cambio es una constante en la naturaleza de nuestra experiencia física, de manera que cualquier cosa que cambiemos físicamente volverá a cambiar de nuevo, inevitablemente, con el transcurso del tiempo. Podemos utilizar la fuerza para cambiar algo rápidamente en nuestro mundo físico, pero esto significa que tendremos que invertir una gran cantidad de energía para mantener el cambio en esas condiciones. Por tanto, para hacer cambios físicos y mantenerlos, con la intención de alterar la calidad de nuestra experiencia vital, vamos a tener que controlar y sedar nuestras circunstancias. Tales cambios requieren de la aplicación constante de energía para que el cambio se mantenga. Y ésta es una tarea imposible.


También podemos intentar cambiar la calidad de nuestra experiencia vital mentalmente, cambiando nuestros pensamientos acerca de las cosas. Los cursos de pensamiento positivo aspiran a lograr este objetivo. El cambiar el enfoque mental acerca de algo llevará con el tiempo a un ajuste en la calidad de la experiencia vital que estamos teniendo. Sin embargo, nos llevará más tiempo ver los efectos que los cambios mentales producen en el mundo físico que lo que precisaríamos desde un enfoque puramente físico. Los cambios dirigidos desde la mente perduran algo más, siempre y cuando no cambiemos de nuevo nuestros pensamientos. Pero nuestra capacidad para cambiar la calidad de nuestra experiencia vital a través de cambios mentales tiene un alcance y una duración ciertamente inconsistentes, porque este enfoque tiene que defender sus logros constantemente ante la naturaleza y los contenidos de nuestros procesos de pensamiento inconscientes.

En realidad, sólo sabemos lo que pasa con nuestros procesos de pensamiento inconscientes cuando observamos las circunstancias que manifestamos en nuestro campo de experiencia que resultan contradictorias con nuestros intentos de «pensar en positivo». El mero hecho de que cambiemos conscientemente nuestra manera de pensar acerca de las circunstancias no significa que vayamos automáticamente a sentirlas de otra manera. Por tanto, aun cuando un cambio consciente de nuestros pensamientos consiga eventualmente los ajustes necesarios en nuestras circunstancias físicas, hasta el punto de que realmente lleguemos a sentir de un modo diferente, por mucho control mental que apliquemos no vamos a poder alcanzar una sensación auténtica de paz.


Los sentimientos inconscientes, y los procesos de pensamiento inconscientes que aquéllos alimentan, seguirán alterando nuestra paz mental.

Una experiencia de paz no es simplemente el resultado de un pensamiento positivo, a menos que vaya subrayado por un sentimiento. Los procesos de sentimiento y de pensamiento deben armonizarse estrechamente para que podamos alcanzar el estado del ser que pretendemos. Así pues, al igual que en los intentos por hacer cambios puramente físicos, la realización de cambios puramente mentales para ajustar la calidad de nuestras experiencias no deja de ser otra cosa que jugar con los efectos, y sigue sin dirigirse a las causas.

Afortunadamente, también disponemos de la opción de ir directamente a las raíces de nuestro malestar y de hacer ajustes causales, siempre y cuando realicemos cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional. Éste es el enfoque más complicado, pero es el único verdaderamente efectivo y gratificante. Aunque es complicado hacer cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional, tenemos que acercarnos a él de forma suave y regular; y, para ello, vamos a necesitar grandes dosis de compromiso y perseverancia.


Es como talar un enorme árbol. Tenemos que ir dando golpes con el hacha, uno tras otro, y habrá veces que el trabajo se nos antojará interminable. Puede dar la impresión de que no estamos consiguiendo nada. Pero luego, sin advertencia previa, oímos un crujido y, pocos segundos después, el árbol cae. Y, una vez está cayendo, ya no hay nada que lo detenga. Una vez está en el suelo, no lo podemos volver a poner en pie.
El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional funciona igual. Trabajamos con él de forma regular y, en ocasiones, da la impresión de que tanto trabajo no nos lleva a ninguna parte. Pero, de pronto, hay un cambio repentino y, cuando esto ocurre, ya no hay nada que lo detenga. Cuando este cambio interior ha tenido lugar, es literalmente imposible devolver el cuerpo emocional a su estado previo. Debido a la tendencia que tiene el cuerpo emocional a realizar cambios súbitos, la experiencia de cambio es potencialmente traumática, si no se realiza de forma consciente, suave y responsable. De ahí que no se recomiende zambullirse directamente en el cuerpo emocional para activar los cambios. Aquí, las palabras clave son suavidad., paciencia responsabilidad.

Los cambios en el cuerpo emocional, cuando se abordan responsablemente, se convierten en experiencias maravillosas, dado que llevan a un cambio inmediato en las percepciones; literalmente, vemos el mundo de otra manera a partir del momento en que se produce el cambio. Las consecuencias de este ajuste emocional se filtran posteriormente poco a poco, y se manifiestan en la calidad de nuestra experiencia mental y física. Y, cuando se da el cambio, es duradero, y no precisa de esfuerzos para mantenerlo. El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional nos abre la puerta a un nuevo mundo de experiencias sin tener que ir a ninguna parte. Es un proceso integrador.


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miércoles, 20 de enero de 2021

La memoria celular



 Las memorias no sólo son almacenadas  en el cerebro, 

sino también en la red psicosomática que se extiende por todo el cuerpo, 

a lo largo de las conexiones entre los órganos 

y hasta la superficie de nuestra piel. 

 Candace Pert 

En cada célula, está grabada toda nuestra historia genética, nuestra historia individual, y las memorias de las experiencias del alma; de las experiencias de nuestros antepasados; de la información proveniente de la cultura en que nos educamos. 


En la memoria celular están almacenados todos los patrones conscientes e inconscientes de las conductas improductivas que no nos permiten están plenos y en paz con nosotros mismos. 

Las heridas dolorosas del pasado no sanadas, limitan ahora nuestra vida, nuestra libertad y pueden producirnos enfermedades.



Esta es la dinámica celular: 

En el cerebro, el hipotálamo se encarga de sintetizar las proteínas, denominadas neuropéptidos, estas son liberadas en el torrente sanguíneo cada vez que un estado emocional se dispara. 

Cada estado emocional produce una especie diferente de neuropéptidos; éstos viajan rápidamente por el torrente sanguíneo hasta encontrarse con las células que tienen los receptores adecuados para ellos. Nuestras células tienen cierta cantidad de receptores disponibles para ciertos neuropéptidos.

Por ejemplo, si una persona suele vivir con frecuencia estados de tristeza, sus receptores celulares estarán inundados por estos péptidos, no pudiendo estar disponibles para recibir los neuropéptidos originados por estados de alegría…. Nos tornamos adictos a los estados emocionales… 

Al estar las células bombardeadas a diario y de manera inconsciente por las emociones generadas por patrones de pensamiento y creencias que producen contracciones (enojo, miedo, tristeza, culpa, vergüenza, etc.), habrá cada vez menor cantidad de receptores disponibles para las funciones de asimilación, nutrición, limpieza y curación. 

Literalmente, el amor es lo que da a las células su fuerza vital; la ausencia de amor resulta un drenaje para nuestra vitalidad y nuestra salud. 

Las células están naciendo, creciendo y muriendo constantemente, reflejando a la perfección cómo funciona el universo: cambiando sin pausa, transformando y re-generando. De manera que podemos fluir con los cambios que el universo pone en nuestra vida o, por el contrario, resistirlos. Lo que se resiste, persiste y contrae las células. 

La actitud de aceptación produce paz interna y externa, produce un profundo efecto de sanación, afectando profundamente a las células, que enseguida actualizan la información contenida en todos los archivos físicos, mentales, emocionales y espirituales. Entonces, toda aquella información que resulta inútil o innecesaria es removida de la memoria celular, para ser reemplazada por nuevas formas de ser y de accionar 

Las células regulan la intensidad del proceso de transformación, en ellas reside una infinita inteligencia que sabe cómo digerir y transformar todo lo que te sucede cuando no hay resonancias contractivas. 

Toda la memoria está en el campo energético y la fuerza vital proveerá a las células de la información necesaria mientras exista la bio-computadora humana. 

La energía se expresa en el organismo en dos polaridades, yin y yan, en todo lo positivo hay algo de negativo, y en todo lo negativo algo de positivo.

Los «archivos» que contienen la carga positiva son el resultado de todas las percepciones, creencias y decisiones que nos han ayudado y apoyado en la vida hasta el momento actual, estos archivos, crean una auto-imagen fuerte: «Soy una persona sana.», «Yo puedo.», «Yo confío en mí.»..

Los archivos que contienen la carga negativa son el resultado de creencias y decisiones desde las cuales nace una auto-imagen débil para nosotros mismos y para los demás: «Nadie me ama», «No puedo decir mi verdad», «No puedo confiar en nadie». «Soy un/a fracasado/a».

Volver al estado de paz y alegría interior que teníamos siendo bebés, es posible. Simplemente, tenemos que des-aprender lo que se nos ha enseñado como verdadero, para re-encontrarnos con nuestro ser esencial.

CMR- Liberación de la Memoria Celular

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