CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

Puedo ayudarte


TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


viernes, 6 de agosto de 2021

El dolor como maestro


Algo de lo más profundo de nosotros puede abrirse paso y brillar a través de las experiencias de dolor. El dolor puede ser nuestro aliado, nuestro guía y maestro y, cuando es experimentado de manera consciente es, paradójicamente, el portal que da a la liberación del sufrimiento.

El dolor que es vivido conscientemente nos conduce a un lugar que sentimos como «de vuelta a casa». La mayor parte de la humanidad vive en un estado de sufrimiento inconsciente, y la mayor parte de este dolor es artificial. Sabios y maestros espirituales de todos los tiempos han identificado ese estado como «ensueño», «fantasía» o «imaginación». En el hinduismo, por ejemplo, se dio el nombre de «maya» a esa «obra de teatro» creada por la divinidad que es el mundo, sólo una etapa del juego divino.

Pero más allá del nombre que le demos, es un estado del ser desde donde hacemos lo imposible para ser diferentes de lo que somos en realidad.

Así vivimos nuestras vidas, profundamente identificados con lo que no es verdad, como presas de un trance hipnótico. Y lo más interesante es que es posible que permanezcamos en ese estado hasta el final de nuestra vida. De hecho la mayoría de la humanidad así lo hace.

La transformación de las contracciones energéticas que llamamos «dolor» requiere atención y presencia.

Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que lo alimentan. Entonces podremos empezar a desmadejarlo.

Este proceso es extraordinariamente simple, aunque al principio puede resultarnos dificultoso, en parte por falta de ejercitación y, sobre todo, por toda una vida de entrenamiento en juzgar, resistir y luchar con lo incomodo o doloroso.

La creación del cuerpo del dolor pudo habernos llevado toda la vida, pero la transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante.

Cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, nos «traemos» a nosotros mismos al momento presente. Es así como el dolor nos devuelve a la vida, que ocurre, siempre, ahora, en este preciso instante.



EJERCICIO 1º

Tómate un momento para apreciar la diferencia entre el estado de ensueño y el estar aquí y ahora. Respira profundo. Siente tu cuerpo… ¿Cómo lo sientes?

¿Qué sensaciones experimentas y dónde?

¿En qué lugar de tu cuerpo hay relajación y en qué lugar, tensión? (Si experimentas calma, siente si es calma real o si es adormecimiento.)

Siente tu respiración….

-Ahora, mientras parte de tu atención está puesta en las sensaciones de tu cuerpo –el espacio interno– pasa a reconocer poco a poco el espacio exterior.

-¿Qué está pasando exactamente ahora dentro de tu cuerpo y fuera de él?

Captura estas percepciones, mira por un momento y siente. Respira.

-Éste es el comienzo del estado de presencia.



EJERCICIO Nº 2

Por un momento, concentra tu atención en tu cuerpo. Sin tratar de fijar ni cambiar nada, nota cualquier sensación. Repara en la postura, nota si hay áreas de tensión o relajación. Reconoce si hay alguna incomodidad.

Tómate sólo un minuto y nota la incomodidad, sea poca o mucha. Sé curioso, pon tu atención en ella y siéntela, siéntela realmente.

Ahora, pon algo de esa atención en lo siguiente:

¿Qué o quién en ti está realmente experimentando lo que está siendo experimentado?

Sin perder la conexión con las sensaciones del cuerpo, concéntrate en esa experiencia sin cambiarla.

En otras palabras, sé la experiencia de este momento.



El dolor es como un reloj despertador que suena más fuerte cuanto más queremos ignorarlo. Y si lo silenciamos usando una de las tantas estrategias que conocemos, un tiempo después todo volverá a comenzar, y probablemente con más énfasis. Lo que resistes, persiste y se intensifica.

El dolor puede ser nuestro despertador espiritual: «¡Despierta, ya! Es tiempo de levantarse y vivir una vida real».

A veces un intenso y profundo dolor puede ser un regalo y liberarnos de una vez por todas del sufrimiento.

Místicos y maestros de todas las épocas han reflexionado acerca del poder transformador del dolor, enseñado que tanto el dolor físico como el dolor emocional pueden ser excelentes oportunidades de experimentar lo que somos y abrirnos a aquello que está más allá del cuerpo.

Si enfocamos nuestra atención en esta dirección, el cuerpo puede ser usado como un portal de paso hacia la realidad.

Lamentablemente, muchas enseñanzas espirituales saltean o niegan el cuerpo antes de haberse concentrado en él para abrazar lo que allí sucede. Y, como ya sabemos, inevitablemente, la lucha acarrea resistencia, y la resistencia arrastra más y más sufrimiento, haciéndolo perdurable.

El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo. Es nuestra decisión sentarnos con él frente a frente y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.

Cuando uno empieza a saber cómo transformar el dolor, lo que era un «estorbo» empieza a convertirse en un regalo. El dolor físico, la tristeza, el enojo y el temor se convierten en oportunidades de sanarnos y acceder a nuestro potencial verdadero, dándonos la posibilidad de despertar a un profundo sentido de ser interno, que paradójicamente quizás necesitaba no estar del todo sano o no ser feliz para emerger con toda su elocuencia.

Para transformar el dolor necesitamos sentir en el momento, la incomodidad presente en nosotros.

Eso se consigue sumergiéndose en ella, en lugar de luchar para alejarla. Tenemos que zambullirnos hacia el centro de la incomodidad con toda nuestra presencia y toda nuestra atención.

Ir hacia lo más profundo de la incomodidad sin analizar o interpretar de dónde viene, por qué viene o cuál es la razón de su existencia.

Esta es la esencia del proceso CMR. (Liberación de la Memoria Celular)




No hay comentarios:

Publicar un comentario