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viernes, 22 de noviembre de 2024

La vida

 


La fugacidad a la que estamos condenados no puede abarcar todo el potencial de disfrute con que nos equipó el universo.


Somos naturaleza más conciencia; nos damos cuenta de que estamos vivos, que somos temporales a pesar de que no nos es ajena la eternidad.

Sentimos el paso del tiempo, nos consta cada vez que cumplimos años y una nueva garra de temporalidad se clava en nuestra fugacidad; quizá nos dieron la capacidad de disfrutar como antídoto a la angustia existencial que implica darnos cuenta de que estamos de paso, de que nada podemos hacer para evitar esa condición.

Si no podemos evitar el paso del tiempo, por lo menos que este no pase en vano. Si para ello debemos mudar el paradigma, transgredir lo convencional, apuntarnos a la disidencia, hacer una apología de la rebeldía y nadar contra corriente porque los caminos convencionales desembocan en el abismo del sinsentido, hagámoslo.

Que las campanas del placer vuelvan a tañer en tu vida; estés sola o acompañada, que tu itinerario vivencial sea disfrutado. Si para ello precisas ir hasta el borde de la vida, hazlo sin dudar y enarbola la bandera del “nomeimportismo” ante la censura de los demás.

Que el miedo sea derrotado, el humo de la envidia ignorado, que la pareja, en rigurosa complicidad, pueda desparramar por todas partes huellas de felicidad.

Nadie puede impedir lo que la naturaleza nos concedió; no es la debilidad de la carne, tampoco se trata de hacer apología del pecado, es desencuadernar el placer y elevarlo a categoría de natural como siempre fue.



Si tenemos tanta capacidad para disfrutar, no puede esto ser un fallo de la naturaleza; si cada sentido que tenemos es en realidad un canal de placer, no es un error del universo.

El sentido auditivo nos permite disfrutar de la sinfonía cósmica y sanar ancestrales heridas mediante la música que resuena en nuestro interior; el sentido de la vista nos regala paisajes en forma de colores, cromoterapia natural que sana el alma; el sentido del olfato nos embriaga hasta el éxtasis mediante una infinidad de aromas y perfumes, mientras que desde el sentido del gusto podemos permitirnos los más increíbles manjares, llevando el acto de alimentarse a niveles tan placenteros que conviertan al comer en meditación, en ritual en banquete energético que nutre todos nuestros cuerpos sutiles.

Como si todo eso fuera poco, disponemos del sentido del tacto, que mediante el contacto regala caricias que fabrica sobre la marcha, en un contexto de inocencia o terapia. Junto con ello, disponemos de la inteligencia corporal que a través del masaje o la caricia, el abrazo o la danza, nos proporciona un abanico de fuentes diversas de placer.

La imaginación es otro recurso generador de placer así como el hacer lo que amamos; ¿te das cuenta cuan equipados estamos para sentir, generar y producir placer?

Y la razón de ello es que disfrutar resulta imprescindible para preservar la salud y la lucidez.

Necesitamos alas pero también saber caminar. Para ampliar la capacidad de disfrutar, además de lo mencionado, es cuestión de ver los problemas como retos disfrutables, de cultivar la voluntad suficiente, el humor a flor de piel y el agradecimiento a la mano.

Atrévete a ser tú mismo, desenfunda tu creatividad, ármate de la suficiente rebeldía y que no te importen en principio los comentarios ajenos, en especial aquellos que incluyen la envidia y el egoísmo.

Disfruto luego existo; me arrimo a otro paradigma, desecho los trituradores comentarios de la gente que me quiere, condecoro mi libertad, me estremezco con cada instante disfrutado, pisoteo los prejuicios, descarto el temor que pudre al placer, enmudezco a la envidia que se suicida impotente; si me dieron la capacidad de sentir placer, si tengo la posibilidad de disfrutar, me declaro militante hedonista, dispuesto a transportar mi ardiente libertad hasta el borde de la vida, hasta el punto preciso donde la adrenalina se mezcla con las endorfinas y juntos me recuerdan que no podemos derramar nuestro tiempo sin hacer vibrar los instantes y sobresaltar a la fugacidad.

Si estás sola disfruta la vida, si estas en pareja disfruta la vida, lo importante es que tu libertad sea indomable y la arcilla de tu cuerpo sepa que tiene permiso hasta donde tu código ético lo autorice a contemplar el lugar donde nacen las estrellas con total impunidad, antes de ser devuelto a la tierra y sus átomos repueblen otros horizontes.

Chamalú

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