CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

Puedo ayudarte


TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


viernes, 3 de febrero de 2023

Exponiendo el sistema de creencias (redes neuronales)


La ciencia moderna compara el cerebro humano con un extraordinario centro de comandos que procesa datos e instrucciones recibidas desde diversas localizaciones del organismo.

En nuestro cerebro se alojan miles de millones de células llamadas neuronas; se dice que en el sistema nervioso hay tantas neuronas como estrellas hay en nuestra galaxia.

Esas neuronas se unen formando las cadenas neuronales y todas las cadenas neuronales integran la red neuronal.

La red neuronal es activada por impulsos eléctrico-químicos generados en el cerebro.

Esta información que fluye de una punta a la otra del sistema nervioso recibe el nombre de info-energía. Viaja de una célula a la otra a una altísima velocidad.

La info-energía está constituida, entre otros elementos, por los neurotransmisores.

Los investigadores dicen que los neurotransmisores actúan como mensajeros eléctrico-químicos que las neuronas “usan” para comunicarse unas con otras.

Un simple pensamiento puede disparar enormes cantidades de neurotransmisores.

Cuando una neurona envía sus neurotransmisores a las otras neuronas con las que está conectada, se genera una experiencia interna en forma de sensaciones y emociones, y la relación entre esas neuronas crea lo que llamamos cadena neuronal.

Cuando surge un pensamiento, la red neuronal se activa y experimentamos una emoción o sensación interna.

Pero, si el mismo estímulo es enviado una y otra vez con la misma calidad de info-energía, las neuronas desarrollan una relación muy cercana e íntima que se intensifica con el tiempo.

Las dendritas y el axón, que son como brazos que poseen las neuronas, se extienden tratando de conectar más y más neuronas vecinas, de modo que la cadena neuronal se fortalece.

Todas las adicciones y compulsiones conocidas se ajustan a este patrón neuroenergético y la repetición de estos patrones genera en nosotros una resonancia electromagnética.

Una resonancia es un patrón inconsciente que manifiesta externamente la misma realidad con la que está resonando internamente.

Cuando diariamente se usan los mismos patrones de pensamiento, esas relaciones internas son reforzadas, y así se reproducen las mismas reacciones emocionales una y otra vez.

Como consecuencia, atraemos externamente las frecuencias con las que resonamos internamente.

A través de la repetición de los mismos patrones se construye una auto-imagen, en respuesta a heridas emocionales o físicas sufridas en el pasado. Debemos darnos cuenta de que es simplemente una imagen; no es real, nunca fue real y nunca lo será.

Ego, falsa personalidad, falso yo o máscara son otras denominaciones que se usan para definir el mismo concepto.

Esta auto-imagen está compuesta por numerosas creencias que nos controlan y que nosotros confundimos con la realidad.

Todas estas suposiciones inconscientes o decisiones internas nos condicionan a actuar o mostrarnos de una cierta forma que ya no es genuina o auténtica.

Creamos una autoimagen para adaptarnos a nuestras circunstancias, tratando de ser incluidos y aceptados por la gente con la que tenemos que tratar.

Cuanto más creemos en una suposición inconsciente, más activamos la autoimagen o personaje falso. Nos volvemos esa creencia. Cuanto más vivimos nuestras vidas desde un lugar falso, menos real y auténtica es la vida que tenemos.

Cuanto menos reales somos, más contracciones se producirán en nuestro sistema, porque hemos sido diseñados para ser auténticos y reales. Cuantas más contracciones se producen en nosotros, experimentaremos más sufrimiento y menos alegría y paz en nuestras vidas.

Por ejemplo, cuando creo en la suposición inconsciente de que no valgo nada y de que nadie me quiere, me siento triste y solo, y tengo miedo. Cuando me siento así, puedo sentirme nervioso e inseguro.

Cuando me siento de esta manera, puedo decirles a los demás “Sí”, cuando quiero decir “No”, tratando de caerles bien.

Cuando hago eso, puedo sentir rencor hacia los demás o hacia mí mismo por hacer lo que no quiero hacer. Entonces puedo sentir odio y resentimiento, convencido de que tengo que atacar, defenderme y protegerme.

Entonces, nadie me quiere, ¡ni siquiera yo! Me juzgo y me critico y siento que no valgo nada, y el círculo sigue y sigue.

Si venimos del viaje al cuerpo del dolor, podemos explorar las creencias inconscientes que crean las contracciones.

Y, si venimos de una investigación más mental, podemos vislumbrar el dolor que se genera como resultado de creer en una suposición inconsciente.



Te acompaño en el proceso CMR ( Liberación de la Memoria Celular)


CONSULTAS PRESENCIALES - CONSULTAS POR SKYPE


                              

Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal

Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción

Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)

Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)

Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología



www.centroelim.org                      Telf. 653-936-074












jueves, 19 de enero de 2023

El trabajo terapéutico

 

Uno de los pilares de todo trabajo terapéutico reside en desentrañar las emociones ocultas que se hallan en nuestro inconsciente. El proceso está dirigido a buscar qué situación hemos vivido de manera traumática o conflictiva y está produciendo desarmonía en nuestra vida. Lo importante es encontrar esas emociones ocultas y poder revivirlas, sentirlas y expresarlas plenamente, con absoluta legitimidad, de esta forma se hacen conscientes y son procesadas con responsabilidad. Se trata de permitirnos sentir esa emoción, permitir el resentir, pero esta vez de una forma madura y consciente.

En el camino de la conciencia, muchas veces nos preguntamos cómo siendo la vida “ahora”, puede tener tanta relevancia el hecho de revivir nuestro pasado, ¿para qué habría que revivir un pasado que ya no existe? El caso es que sí existe. El pasado no resuelto existe en nuestro presente. Existe en nuestra conducta, en nuestras pautas, en nuestro carácter, en nuestras formas de ser, en todo nuestro condicionamiento. La siembra del pasado determina lo que recojo en el presente y lo que proyecto en el futuro.

Parece, pues, que pasado, presente y futuro están profundamente imbricados, tanto, como para poder llegar a afirmar que, en realidad, el tiempo no existe. De hecho, para el inconsciente el tiempo no existe, el inconsciente es atemporal. El tiempo es una operación mental para clasificar y compartimentalizar la realidad; el tiempo es mente.

En el mundo espiritual, no hay divisiones entre pasado, presente y futuro, ya que todos se contraen en un solo momento, el presente, donde la vida se agita y estremece en su sentido verdadero… El pasado y el futuro, ambos se enrolan en este momento presente de iluminación, y este momento no es algo que se presente de manera estática con todos sus contextos, ya que está en continuo movimiento. D.T. Suzuki

En este caso, Suzuki nos habla desde el mundo espiritual, pero nos encontramos las mismas conclusiones en el mundo cuántico: el presente contiene todos los registros del pasado y todo el potencial del futuro. Todo es Ahora. Por lo tanto, no es sorprendente que podamos sanar nuestro pasado experimentándolo en el presente.

El principio holográfico -un principio igualmente compartido tanto por la tradición perenne como por la ciencia de vanguardia-, revela a su vez que el Todo contiene a la parte y la parte contiene al Todo. Cada átomo es holográfico, cada neurona es holográfica, cada sistema de la naturaleza es una holografía de lo universal.

En cada una de nuestras células se encuentra potencialmente todo el espacio-tiempo y el Gran Océano de Energía e Información que se abre más allá. Lo que esto viene a decir es que toda la información siempre está aquí, presente. Desde una mirada cuántica se diría que la información se encuentra en estado de “ondas”, y cuando se da la interferencia se manifiesta la “partícula”.

Cuando recuerdo (clic) hay un colapso en la onda de información; se colapsa la onda y yo recuerdo. Entonces lo inconsciente se hace consciente. Lo que determina esta interferencia, este colapso, es la observación, allí donde es llevada la atención.

Entonces, si Todo es Ahora, ¿cuáles son los filtros que nos impiden acceder a toda la información?

Los juicios. Se nos permite ver la información cuando no juzgamos o valoramos, cuando observamos y escuchamos, verdaderamente.

La meditación parece ser el camino real hacia el inconsciente C.G.Jung

Una terapia profunda complementa los recursos psicoterapéuticos con la vía meditativa. El trabajo terapéutico es, fundamentalmente, de toma de conciencia. En una terapia profunda se tienen acceso a muchos recursos para viajar al inconsciente y liberar contenido reprimido, siempre desde la base de la consciencia. Desde aquí, la forma de interaccionar con el inconsciente es muy ecléctica.

Lo que se busca en una terapia profunda es desenterrar las viejas heridas aun vivas, los programas del inconsciente que están causando conflicto, incoherencia y desarmonía, bloqueando e interfiriendo de ese modo en el proceso de apertura a la conciencia y a la vida. Lo que se busca es alumbrar y liberar todo esto en la consciencia, y asumirlo en el corazón. En definitiva, integrar la sombra en el corazón.

Como es natural, a medida que nos adentramos en este viaje al inconsciente descubrimos la más vasta e insondable de las profundidades. Como si fuéramos atravesando estratos nos encontramos con lo biográfico (experiencias de nuestra biografía), con el “proyecto sentido” (lo que se imprime en torno a nuestra concepción y nacimiento), el inconsciente familiar (el transgeneracional), el cultural, el ancestral, todo lo incluido en el inconsciente colectivo, el inconsciente biológico, y más allá…

A. Consuegra

lunes, 24 de octubre de 2022

PBR - Liberación del cuerpo del dolor.

 

El cuerpo de dolor esta conformado por carga emocional negativa: muchos patrones de comportamiento diarios, provienen de la información decodificada y almacenada en las células, algunos de ellos, son información de alguna experiencia traumática y colaboran a la disfunción del organismo, ya que su carga vital, queda atrapada en el “cuerpo de dolor” y es la responsable del cansancio, enfermedades, maneras de funcionar disfuncionales, creencias negativas, perdida de autenticidad y libertad interior… que produce una incomodidad interior que, a veces, cuando es muy pesada la carga, hace que la persona sienta imposible soportarse a si misma-

La vergüenza, la culpa y el miedo, son las emociones que mas contraen y mas daño nos hacen, perdiendo fuerza vital y haciéndonos sentir como que no somos lo suficientemente buenos.

Cuando el cuerpo del dolor ya ha tomado el control del sistema cuerpo-mente, se producen todo tipo de desequilibrios y disturbios físicos o psicológicos, tales como: fatiga, cansancio, enfermedades y dolores diversos, adicciones y compulsiones, confusión, miedo, ansiedad, irritabilidad y enojo, depresión, problemas de aprendizaje, alienación, falta de decisión –o el hábito de postergar–, falta de un propósito en la vida o, simplemente, la sensación de estar aburrido y abrumado.

Todo esto produce un vacío interior y la sensación de estar separado y de autocritica, que al no ser consciente es lo que nos lleva a querer llenarnos de… buscar afuera cosas para sentirnos completos, sustancias comida, dulces, alcohol, tabaco, drogas); posesiones, dinero, éxito personal, poder, sexo, reconocimiento, o con una relación íntima idealizada.


El cuerpo de dolor:

Las células de nuestro cuerpo que guardan el dolor o trauma –físico o emocional– del pasado funcionan bajo un patrón de supervivencia que solo es real para la persona que cree en él.

Cuando hay un trauma irresuelto, éste causa estancamiento en algún lugar del campo energético e impide el flujo natural de la energía, esto a menudo se manifiesta en el órgano, la articulación o el músculo asociado con el trauma.

Esta energía estancada, divide al campo electromagnético en compartimentos estancos, separados unos de otros, sin posible comunicación, esto nos afecta mas de lo que pensamos pues, nos quedamos estancados en el trauma (ya sea físico, mental o emocional) nos da la sensación de que la vida es insoportable y no aceptamos lo que está pasando en el presente, al dolor le agregamos un sufrimiento psicológico por lo que nos decimos acerca de lo ocurrido, una y otra vez (diálogo interno)…postergando la verdadera solución al problema, por miedo a entrar de lleno en el dolor, a veces también negamos lo ocurrido, convenciéndonos que “no pasa nada”, pero la carga sigue en el sistema y nos afecta en otras áreas de la vida, pudiendo llegar a una disfunción importante en el cuerpo/mente. Esto hace que la carga emocional positiva disminuya considerablemente..

El cuerpo del dolor es todo lo que en nosotros se siente incómodo o doloroso física, mental o emocionalmente.

Si un estímulo pequeño (un comentario, una mirada, una memoria del pasado) provoca en nosotros una reacción exagerada, es señal de que el cuerpo del dolor se ha activado. Algo «pulsa tus teclas» y te conduce a un lugar de pánico, rabia o profunda e inexplicable tristeza.

La buena noticia, es que hay técnicas que nos permiten liberar la fuerza vital estancada, y al hacerlo, la energía positiva se favorece el crecimiento y la autocuración.

La transformación de las contracciones energéticas que llamamos «dolor» requiere atención y presencia (o sea observar sin juicios, sin razonamientos, sin resistencias…). Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que lo alimentan. Entonces podremos empezar a desbaratarlo. La transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante ( aunque crear el cuerpo de dolor nos haya llevado toda una vida)..

Se suele vivir en un estado de ensueño, escapando del ahora, cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, volvemos a conectar con el momento presente. El dolor nos ayuda a volver a la vida, que ocurre, siempre, ahora, en este preciso instante.

El dolor físico, la tristeza, el enojo, el temor, son oportunidades de sanarnos y poder acceder a nuestro potencial verdadero, dándonos la posibilidad de despertar a un profundo sentido de ser interno.

Para transformar el dolor necesitamos sentir en el momento, la incomodidad presente en nosotros, para ello hemos de sumergirnos en ella, en lugar de luchar para alejarla. Meternos en el centro de la incomodidad con toda nuestra presencia y toda nuestra atención, sin analizar o interpretar de dónde viene, por qué viene o cuál es la razón de su existencia. Esa es esencia de la técnica PBR-Liberación del cuerpo del dolor.

Liberación de la Memoria Celular


Te acompaño en el proceso.



Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Psiconeuroendocrinoinmunología
Yoga Terapéutico
Terapias naturales

www.centroelim.org        Telf. 653-936-074

 

domingo, 23 de octubre de 2022

Trabajo interior: ¿Cómo hacer el cambio interno? (M. Brown)


En el mundo en que vivimos actualmente, si no estamos satisfechos con la calidad de nuestra experiencia, lo más probable es que intentemos hacer cambios en nuestra vida operando sobre las circunstancias físicas externas. Esto se debe a que el aspecto físico externo de nuestra experiencia es el más tangible y el de más fácil acceso. 

Sin embargo, aunque podamos hacer un cambio relativamente rápido en nuestras circunstancias físicas, estos cambios no perduran, debido a que los aspectos físicos de nuestras circunstancias son siempre efectos, y no causas.

 Por otra parte, el cambio es una constante en la naturaleza de nuestra experiencia física, de manera que cualquier cosa que cambiemos físicamente volverá a cambiar de nuevo, inevitablemente, con el transcurso del tiempo. 

Podemos utilizar la fuerza para cambiar algo rápidamente en nuestro mundo físico, pero esto significa que tendremos que invertir una gran cantidad de energía para mantener el cambio en esas condiciones. Por tanto, para hacer cambios físicos y mantenerlos, con la intención de alterar la calidad de nuestra experiencia vital, vamos a tener que controlar y sedar nuestras circunstancias. Tales cambios requieren de la aplicación constante de energía para que el cambio se mantenga. Y ésta es una tarea imposible.

También podemos intentar cambiar la calidad de nuestra experiencia vital mentalmente, cambiando nuestros pensamientos acerca de las cosas. Los cursos de pensamiento positivo aspiran a lograr este objetivo. 
El cambiar el enfoque mental acerca de algo llevará con el tiempo a un ajuste en la calidad de la experiencia vital que estamos teniendo. Sin embargo, nos llevará más tiempo ver los efectos que los cambios mentales producen en el mundo físico que lo que precisaríamos desde un enfoque puramente físico. 
Los cambios dirigidos desde la mente perduran algo más, siempre y cuando no cambiemos de nuevo nuestros pensamientos. Pero nuestra capacidad para cambiar la calidad de nuestra experiencia vital a través de cambios mentales tiene un alcance y una duración ciertamente inconsistentes, porque este enfoque tiene que defender sus logros constantemente ante la naturaleza y los contenidos de nuestros procesos de pensamiento inconscientes.

En realidad, sólo sabemos lo que pasa con nuestros procesos de pensamiento inconscientes cuando observamos las circunstancias que manifestamos en nuestro campo de experiencia que resultan contradictorias con nuestros intentos de «pensar en positivo». 
El mero hecho de que cambiemos conscientemente nuestra manera de pensar acerca de las circunstancias no significa que vayamos automáticamente a sentirlas de otra manera. Por tanto, aun cuando un cambio consciente de nuestros pensamientos consiga eventualmente los ajustes necesarios en nuestras circunstancias físicas, hasta el punto de que realmente lleguemos a sentir de un modo diferente, por mucho control mental que apliquemos no vamos a poder alcanzar una sensación auténtica de paz.


Los sentimientos inconscientes, y los procesos de pensamiento inconscientes que aquéllos alimentan, seguirán alterando nuestra paz mental.

Una experiencia de paz no es simplemente el resultado de un pensamiento positivo, a menos que vaya subrayado por un sentimiento. Los procesos de sentimiento y de pensamiento deben armonizarse estrechamente para que podamos alcanzar el estado del ser que pretendemos. 
Así pues, al igual que en los intentos por hacer cambios puramente físicos, la realización de cambios puramente mentales para ajustar la calidad de nuestras experiencias no deja de ser otra cosa que jugar con los efectos, y sigue sin dirigirse a las causas.

Afortunadamente, también disponemos de la opción de ir directamente a las raíces de nuestro malestar y de hacer ajustes causales, siempre y cuando realicemos cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional. 
Éste es el enfoque más complicado, pero es el único verdaderamente efectivo y gratificante. Aunque es complicado hacer cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional, tenemos que acercarnos a él de forma suave y regular; y, para ello, vamos a necesitar grandes dosis de compromiso y perseverancia.

Es como talar un enorme árbol. Tenemos que ir dando golpes con el hacha, uno tras otro, y habrá veces que el trabajo se nos antojará interminable. Puede dar la impresión de que no estamos consiguiendo nada. Pero luego, sin advertencia previa, oímos un crujido y, pocos segundos después, el árbol cae. Y, una vez está cayendo, ya no hay nada que lo detenga. Una vez está en el suelo, no lo podemos volver a poner en pie.

El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional funciona igual. Trabajamos con él de forma regular y, en ocasiones, da la impresión de que tanto trabajo no nos lleva a ninguna parte. Pero, de pronto, hay un cambio repentino y, cuando esto ocurre, ya no hay nada que lo detenga. 
Cuando este cambio interior ha tenido lugar, es literalmente imposible devolver el cuerpo emocional a su estado previo. Debido a la tendencia que tiene el cuerpo emocional a realizar cambios súbitos, la experiencia de cambio es potencialmente traumática, si no se realiza de forma consciente, suave y responsable. De ahí que no se recomiende zambullirse directamente en el cuerpo emocional para activar los cambios. Aquí, las palabras clave son suavidad., paciencia responsabilidad.

Los cambios en el cuerpo emocional, cuando se abordan responsablemente, se convierten en experiencias maravillosas, dado que llevan a un cambio inmediato en las percepciones; literalmente, vemos el mundo de otra manera a partir del momento en que se produce el cambio. 
Las consecuencias de este ajuste emocional se filtran posteriormente poco a poco, y se manifiestan en la calidad de nuestra experiencia mental y física. Y, cuando se da el cambio, es duradero, y no precisa de esfuerzos para mantenerlo. 
El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional nos abre la puerta a un nuevo mundo de experiencias sin tener que ir a ninguna parte. 
Es un proceso integrador.

Te acompaño en el proceso...


                                    Juana Ma. Martínez Camacho

                                        Terapeuta Transpersonal
                                     Terapeuta   Acompañante en Bioneuroemoción
                                       Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
                                      Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
                                     Formación Internacional  en Psiconeuroinmunoendocrinología
              
                               www.centroelim.org               Telf.  653-936-074



jueves, 18 de noviembre de 2021

Cómo transformar el cuerpo de dolor


 – Reconociendo:

Observa la conversación interna. Cuando los pensamientos sobrevengan, permítelos y reconoce los sentimientos que generan. “Estoy asustado”, “Estoy enojado”, “Estoy triste”, “Estoy excitado”, “Estoy entusiasmado”, “Me siento atraído”, “Estoy confundido”, etc.
Date cuenta que cuando una emoción está activa, también hay un diálogo interno que pretende justificar y dar razón o sentido a la emoción. Procura quedarte con la sensación sin perderte en el diálogo interno.


– Localizando:

Ahora, enlaza con tu cuerpo ¿Dónde lo siento? Notando en qué parte del cuerpo está exactamente la sensación.
Estamos acostumbrados a estar desconectados de nuestro cuerpo. Cuando permitimos que el cuerpo sea parte de lo que está sucediendo, entramos a otro nivel de consciencia y el cuerpo nos contará lo que necesitamos. La energía estancada está en el cuerpo y desde allí será liberada.


–Permitiendo:

Ahora que escuchas tu cuerpo, déjalo que haga lo que necesita: moviéndolo, sacudiéndolo, estirándolo, emitiendo sonidos…
Al conectar con el cuerpo, el nos dirá lo que necesita y simplemente se lo permitimos sin juzgar, ni criticar. Por ejemplo, el cuerpo necesita gritar y la mente puede resistirse justificándose en que será vergonzoso o incomodará a otros. Permitirlo significa contribuir a satisfacer la necesidad del cuerpo, a pesar de reconocer lo que la mente nos diga. Si necesita gritar puedes imaginar que gritas y te zambulles en esa sensación.


– Intensificando:

Amplificando al máximo lo que siento.
La manera de traspasar la contracción es experimentándola en todo su potencial, a pesar de los temores que genere. Estamos hechos de una gran inteligencia, de manera que, se trata de confiar y zambullirnos totalmente en la contracción.


–Respirando:

Pasado el proceso de reconocer, permitir, localizar e intensificar, la respiración nos llena de vida y equilibrio promoviendo la conexión entre todas las células del cuerpo y por lo tanto la integración de la energía liberada.

Después, procúrate un tiempo a solas para integrar la experiencia que has tenido. Tal vez, recostarte por un rato y luego escribir en tu agenda.

Toma agua.

Luis Diaz

viernes, 6 de agosto de 2021

El dolor como maestro


Algo de lo más profundo de nosotros puede abrirse paso y brillar a través de las experiencias de dolor. El dolor puede ser nuestro aliado, nuestro guía y maestro y, cuando es experimentado de manera consciente es, paradójicamente, el portal que da a la liberación del sufrimiento.

El dolor que es vivido conscientemente nos conduce a un lugar que sentimos como «de vuelta a casa». La mayor parte de la humanidad vive en un estado de sufrimiento inconsciente, y la mayor parte de este dolor es artificial. Sabios y maestros espirituales de todos los tiempos han identificado ese estado como «ensueño», «fantasía» o «imaginación». En el hinduismo, por ejemplo, se dio el nombre de «maya» a esa «obra de teatro» creada por la divinidad que es el mundo, sólo una etapa del juego divino.

Pero más allá del nombre que le demos, es un estado del ser desde donde hacemos lo imposible para ser diferentes de lo que somos en realidad.

Así vivimos nuestras vidas, profundamente identificados con lo que no es verdad, como presas de un trance hipnótico. Y lo más interesante es que es posible que permanezcamos en ese estado hasta el final de nuestra vida. De hecho la mayoría de la humanidad así lo hace.

La transformación de las contracciones energéticas que llamamos «dolor» requiere atención y presencia.

Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que lo alimentan. Entonces podremos empezar a desmadejarlo.

Este proceso es extraordinariamente simple, aunque al principio puede resultarnos dificultoso, en parte por falta de ejercitación y, sobre todo, por toda una vida de entrenamiento en juzgar, resistir y luchar con lo incomodo o doloroso.

La creación del cuerpo del dolor pudo habernos llevado toda la vida, pero la transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante.

Cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, nos «traemos» a nosotros mismos al momento presente. Es así como el dolor nos devuelve a la vida, que ocurre, siempre, ahora, en este preciso instante.



EJERCICIO 1º

Tómate un momento para apreciar la diferencia entre el estado de ensueño y el estar aquí y ahora. Respira profundo. Siente tu cuerpo… ¿Cómo lo sientes?

¿Qué sensaciones experimentas y dónde?

¿En qué lugar de tu cuerpo hay relajación y en qué lugar, tensión? (Si experimentas calma, siente si es calma real o si es adormecimiento.)

Siente tu respiración….

-Ahora, mientras parte de tu atención está puesta en las sensaciones de tu cuerpo –el espacio interno– pasa a reconocer poco a poco el espacio exterior.

-¿Qué está pasando exactamente ahora dentro de tu cuerpo y fuera de él?

Captura estas percepciones, mira por un momento y siente. Respira.

-Éste es el comienzo del estado de presencia.



EJERCICIO Nº 2

Por un momento, concentra tu atención en tu cuerpo. Sin tratar de fijar ni cambiar nada, nota cualquier sensación. Repara en la postura, nota si hay áreas de tensión o relajación. Reconoce si hay alguna incomodidad.

Tómate sólo un minuto y nota la incomodidad, sea poca o mucha. Sé curioso, pon tu atención en ella y siéntela, siéntela realmente.

Ahora, pon algo de esa atención en lo siguiente:

¿Qué o quién en ti está realmente experimentando lo que está siendo experimentado?

Sin perder la conexión con las sensaciones del cuerpo, concéntrate en esa experiencia sin cambiarla.

En otras palabras, sé la experiencia de este momento.



El dolor es como un reloj despertador que suena más fuerte cuanto más queremos ignorarlo. Y si lo silenciamos usando una de las tantas estrategias que conocemos, un tiempo después todo volverá a comenzar, y probablemente con más énfasis. Lo que resistes, persiste y se intensifica.

El dolor puede ser nuestro despertador espiritual: «¡Despierta, ya! Es tiempo de levantarse y vivir una vida real».

A veces un intenso y profundo dolor puede ser un regalo y liberarnos de una vez por todas del sufrimiento.

Místicos y maestros de todas las épocas han reflexionado acerca del poder transformador del dolor, enseñado que tanto el dolor físico como el dolor emocional pueden ser excelentes oportunidades de experimentar lo que somos y abrirnos a aquello que está más allá del cuerpo.

Si enfocamos nuestra atención en esta dirección, el cuerpo puede ser usado como un portal de paso hacia la realidad.

Lamentablemente, muchas enseñanzas espirituales saltean o niegan el cuerpo antes de haberse concentrado en él para abrazar lo que allí sucede. Y, como ya sabemos, inevitablemente, la lucha acarrea resistencia, y la resistencia arrastra más y más sufrimiento, haciéndolo perdurable.

El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo. Es nuestra decisión sentarnos con él frente a frente y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.

Cuando uno empieza a saber cómo transformar el dolor, lo que era un «estorbo» empieza a convertirse en un regalo. El dolor físico, la tristeza, el enojo y el temor se convierten en oportunidades de sanarnos y acceder a nuestro potencial verdadero, dándonos la posibilidad de despertar a un profundo sentido de ser interno, que paradójicamente quizás necesitaba no estar del todo sano o no ser feliz para emerger con toda su elocuencia.

Para transformar el dolor necesitamos sentir en el momento, la incomodidad presente en nosotros.

Eso se consigue sumergiéndose en ella, en lugar de luchar para alejarla. Tenemos que zambullirnos hacia el centro de la incomodidad con toda nuestra presencia y toda nuestra atención.

Ir hacia lo más profundo de la incomodidad sin analizar o interpretar de dónde viene, por qué viene o cuál es la razón de su existencia.

Esta es la esencia del proceso CMR. (Liberación de la Memoria Celular)




miércoles, 9 de junio de 2021

Emociones


Las emociones están ligadas al cuerpo y, por tanto, sus manifestaciones son visibles (gestos, tono de la voz, ritmo cardiaco…).

Preceden a los sentimientos y se dieron antes en nuestro proceso evolutivo. Ocurren de forma automática, sin necesidad de pensar.

Su objetivo es regular el proceso vital y promover la supervivencia y el bienestar (homeostasis). En un principio (aunque hay algunas emociones que hoy en día no resultan adaptativas, como las que están detrás del racismo), las emociones apuntan directamente a la regulación vital a fin de evitar los peligros o ayudar al organismo a sacar partido de una oportunidad.

“Desde los procesos químicos homeostáticos hasta las emociones propiamente dichas, los fenómenos de regulación vital, sin excepción, tienen que ver, directa o indirectamente, con la integridad y la salud del organismo”. (A. Damasio)

Las emociones proporcionan un medio natural para que el cerebro y la mente evalúen el ambiente interior y el que rodea al organismo, y para que respondan en consecuencia y de manera adaptativa.

Esta evaluación se puede hacer de manera inconsciente y de manera consciente. Aprender a responder de manera consciente y no automática ante los acontecimientos, nos habla de desarrollo de la inteligencia emocional.

Las emociones provocan pensamientos y los pensamientos provocan emociones.

Nuestro aprendizaje asociativo conecta emociones con pensamientos en una rica red de dos direcciones. Determinados pensamientos evocan determinadas emociones, y viceversa.


El síntoma y las emociones

Es bien sabido que nuestras emociones y sentimientos afectan a nuestro estado físico y nos produce diversas alteraciones en función de cómo vivimos los acontecimientos diarios.

Muchas veces nos quedamos aquí, creyendo que lo podemos hacer es muy poco o nada. Buscamos soluciones más o menos efectivas, desde la toma de un remedio a la práctica de diversas técnicas manuales, de relajación, etc.

Reprimimos nuestras auténticas emociones y sentimientos por tabúes, por educación, por conveniencia social, por creencias familiares o por educación religiosa.

Esto lo hacemos la mayoría de las veces de una forma automática, inconsciente. Luego, unas horas o días más tarde, nos encontramos mal, tenemos acidez, nos duele la cabeza o la espalda.

Pensamos que eso es debido a una mala postura, a una comida que no está en condiciones o simplemente al estrés cotidiano.

No solemos ir más allá, nos quedamos en la explicación mental, en la explicación que justifica nuestro estado.

Por carecer de educación emocional, tendemos a reprimir las emociones, no las arreglamos para no escucharlas de alguna de las siguientes maneras:

· No expresándolas, ni reconociéndolas, negándolas

· Me digo que ya pasará, que no es nada.

· Me agoto haciendo deporte para desahogarme, para no pensar en otras cosas.

· Me aturdo con la televisión

· Me entrego en cuerpo y alma al trabajo.

· Evito de ir a ciertos lugares que me recuerdan algún drama.

· Intento distraerme para huir de una emoción negativa: cine, internet, juegos…

· Duermo más que la media normal.

· Como demasiado, bebo demasiado, tomo drogas, alcohol.

· Corto relaciones con la familia, mis raíces. Etc.

Si la situación, el malestar, el dolor que vivimos se repite una y otra vez, entonces nuestros síntomas se cronifican y nos vemos abocados a tomar un medicamento/remedio de una forma continua.

Nos metemos en una rueda de emoción, dolor moral, dolor físico y sufrimientos.

No encontramos la salida, buscamos encontrarnos bien lo más pronto posible, pero no hacemos algo fundamental, que es cambiar nuestros hábitos, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, descodificar nuestras emociones atrapadas y censuradas por nosotros mismos.

No escuchamos a nuestro interior que nos envía un mensaje a través del síntoma físico. Nos sentimos bloqueados, no sabemos qué dirección tomar, qué camino seguir, nos sentimos vacíos, desorientados, perdidos.

Mientras, nuestro inconsciente biológico sigue actuando y mandando el mensaje sin ser escuchado. Y no va a parar, va a seguir y va a aumentar en intensidad ese síntoma para que prestemos atención y si seguimos intentando apagarlo o silenciarlo, al final el síntoma será de tal índole que tendremos que pararnos ya que nos resultará imposible seguir nuestra vida cotidiana.

Es el momento de reflexión, de cuestionarnos nuestra forma de vida, de hacer un alto en el camino, de preguntarnos:


¿Qué me ha llevado hasta aquí?

¿Qué siento?

¿Cómo lo siento?

¿Dónde lo siento?

Es el momento de buscar otras soluciones. Pensar que quizás la respuesta está en MÍ. Para ello es necesario aprender a interpretar que me está diciendo mi Inconsciente Biológico.




Te acompaño en el proceso


Consultas Presenciales / Consultas por Skype


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anathéoresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología (IPPNIM)


www.centroelim.org     Telf.    653-936-074