CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

Puedo ayudarte


TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


sábado, 1 de mayo de 2021

El proceso de liberación del cuerpo del dolor (PBR) cómo transformar el dolor en alegría y paz

 

A medida que crecemos y nos convertimos en adultos civilizados, tendemos a olvidar que debemos darle tiempo a nuestro sistema orgánico para que procese el dolor y la incomodidad de manera natural.

Cuando llegamos a la adultez nos hemos convertido en maestros en el arte de resistir el dolor o erradicarlo y, sobre todo, nos hemos olvidado de cómo transformarlo.

Si queremos recuperar el campo de energía vivo, amoroso y fresco que teníamos cuando éramos criaturas, debemos desaprender lo aprendido, desandar lo andado y establecer nuevos hábitos y nuevos modos de tratar con el dolor.


Ejercicio

· Siente el dolor físico o la incomodidad emocional que está presente en ti en este instante. Permítelo con todo tu ser.

· Escucha la conversación interna que está teniendo lugar.

· Cuando los pensamientos sobrevengan, permítelos. Observa el hábito que tiene la mente de tratar de evitar la incomodidad analizando o tejiendo una historia. Pon tu atención en el cuerpo y en sus sensaciones. Permanece con las sensaciones y los sentimientos tal cual son.

· Observa en qué parte del cuerpo está la sensación. Permítele al cuerpo procesar esas energías, mientras tú atestiguas el proceso. Observa lo que el cuerpo hace (cualquier sensación interna o sentimiento, cualesquiera pensamientos asociados con el asunto, etc.), sin tratar de controlar nada.

· El cuerpo del dolor suele tener varias capas profundas y gruesas de fuerza de vida contraída. Quizás experimentes oleadas de sentimientos y/o sensaciones intensos, que alternan con intervalos de calma y relajación.

· Permite ese efecto de péndulo tantas veces como lo necesites.

Podrás pasar de la incomodidad al placer. Confía en la natural inteligencia de tu cuerpo. Tú no eres ninguno de los extremos del péndulo, sino el punto muerto que permite que el péndulo sea. Tú eres lo que atestigua.

· Todo lo anterior puede llevar de un par de minutos a media hora, o más.

· Después de entrar en el cuerpo del dolor, procúrate un tiempo a solas para integrar la experiencia que has tenido. Puedes recostarte por un rato, en la cama o en el piso, y luego escribir en tu cuaderno de notas.


La transformación de las contracciones energéticas que llamamos dolor requiere atención y presencia.

Cuando prestamos atención a aquello que sentimos incómodo o doloroso, podemos volvernos más conscientes de las sensaciones y los sentimientos, así como de los patrones de pensamiento y las creencias que los alimentan. Entonces podremos empezar a descubrirlos.

Este proceso es extraordinariamente simple, aunque al principio puede resultarnos dificultoso, en parte por falta de ejercitación pero, sobre todo, por toda una vida de entrenamiento en juzgar, resistir y luchar con lo incómodo o doloroso.

La creación del cuerpo del dolor pudo habernos llevado toda la vida, pero la transformación de esas contracciones puede producirse en un solo instante.

PBR se comporta como un incendio forestal irrefrenable, y el estado de presencia es como un viento que esparce y alimenta ese incendio. Cuanto más presentes estamos, más poder cobra el fuego transformador.

A su paso, se consumen extensas áreas de mentira y de miedo, de vergüenza y autocondena, para dar lugar a lo que ha estado allí desde siempre, esperando ser experimentado y reconocido:

nuestro ser verdadero.

La vida, ese breve intervalo que media entre el nacimiento y la muerte, puede ser transitado casi por completo en el estado de ensueño y fantasía que crea la mente racional, mientras un mundo maravilloso cambia a cada instante a nuestro alrededor, aun cuando estemos distraídos repasando el pasado o tratando de predecir el futuro.

Sin embargo, como la nave a la deriva se beneficia de la luz del faro, podemos experimentar en nuestro cuerpo sensaciones muy intensas si nos sacudimos, aunque sea temporalmente, el sueño en el que estamos sumergidos y salimos al encuentro del poderoso “ahora”.

Cuando experimentamos dolor físico o emocional y dirigimos nuestra atención hacia la zona de nuestro cuerpo que se activa, nos “traemos” a nosotros mismos al momento presente.

Es así como el dolor nos devuelve a la vida, que siempre ocurre ahora, en este preciso instante.


¿Acaso deberíamos crear más dolor para liberarnos del sufrimiento?

No. Hay más que suficiente dolor a nuestro alrededor y en nuestras vidas. No es necesario crear todavía un poco más.

El dolor es como un reloj despertador que suena más fuerte cuanto más queremos ignorarlo. Y, si lo silenciamos usando una de las tantas estrategias que conocemos, un tiempo después todo volverá a comenzar, y probablemente con más énfasis. Lo que resistes persiste y, de hecho, se intensifica.

El dolor puede ser nuestro despertador espiritual: “¡Despierta, ya! Es tiempo de levantarse y vivir una vida real”.

A veces un intenso y profundo dolor puede ser un regalo y liberarnos de una vez por todas del sufrimiento.

Místicos y maestros de todas las épocas han reflexionado acerca del poder transformador del dolor, enseñando que tanto el dolor físico como el dolor emocional pueden ser excelentes oportunidades de ponernos en contacto con lo que está vivo en nosotros y de experimentar lo que somos al abrirnos a aquello que está más allá del cuerpo.


Ejercicio

Presta atención a lo que está vivo en ti y en tu cuerpo. Sin tratar de corregir ni cambiar nada, nota cualquier sensación

Repara en la postura, nota si hay áreas de tensión o relajación.

Reconoce si hay alguna incomodidad. Tú puedes haber leído estas páginas sin pensar en absoluto cómo se siente tu cuerpo.

Aun en este momento puedes estar leyendo para evitar un dolor o una sensación incómoda.

Tómate sólo un minuto y nota la incomodidad, sea poca o mucha. Sé curioso, pon tu atención en ella y siéntela, siéntela realmente.

Ahora, pon algo de esa atención en lo siguiente:

¿Qué o quién en ti está realmente experimentando lo que está siendo experimentado?

Sin perder la conexión con las sensaciones del cuerpo, concéntrate en esa experiencia sin cambiarla.

En otras palabras, sé la experiencia de este momento.

Así abordado, el cuerpo puede ser un portal hacia la realidad.


Lamentablemente, muchas enseñanzas espirituales ignoran o niegan el cuerpo, en lugar de concentrarse en él para abrazar la vida que allí se desarrolla. Y, como ya sabemos, inevitablemente, la lucha acarrea resistencia, y la resistencia arrastra más y más sufrimiento, haciéndolo perdurable.

El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo.

Tenemos que tomar la decisión de enfrentarlo y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.


Fuente: La Memoria de las Células

www.centroelim.org

domingo, 31 de enero de 2021

El cambio interior (M. Brown)


En el mundo en que vivimos actualmente, si no estamos satisfechos con la calidad de nuestra experiencia, lo más probable es que intentemos hacer cambios en nuestra vida operando sobre las circunstancias físicas externas. Esto se debe a que el aspecto físico externo de nuestra experiencia es el más tangible y el de más fácil acceso. Sin embargo, aunque podamos hacer un cambio relativamente rápido en nuestras circunstancias físicas, estos cambios no perduran, debido a que los aspectos físicos de nuestras circunstancias son siempre efectos, y no causas. 

Por otra parte, el cambio es una constante en la naturaleza de nuestra experiencia física, de manera que cualquier cosa que cambiemos físicamente volverá a cambiar de nuevo, inevitablemente, con el transcurso del tiempo. Podemos utilizar la fuerza para cambiar algo rápidamente en nuestro mundo físico, pero esto significa que tendremos que invertir una gran cantidad de energía para mantener el cambio en esas condiciones. Por tanto, para hacer cambios físicos y mantenerlos, con la intención de alterar la calidad de nuestra experiencia vital, vamos a tener que controlar y sedar nuestras circunstancias. Tales cambios requieren de la aplicación constante de energía para que el cambio se mantenga. Y ésta es una tarea imposible.


También podemos intentar cambiar la calidad de nuestra experiencia vital mentalmente, cambiando nuestros pensamientos acerca de las cosas. Los cursos de pensamiento positivo aspiran a lograr este objetivo. El cambiar el enfoque mental acerca de algo llevará con el tiempo a un ajuste en la calidad de la experiencia vital que estamos teniendo. Sin embargo, nos llevará más tiempo ver los efectos que los cambios mentales producen en el mundo físico que lo que precisaríamos desde un enfoque puramente físico. Los cambios dirigidos desde la mente perduran algo más, siempre y cuando no cambiemos de nuevo nuestros pensamientos. Pero nuestra capacidad para cambiar la calidad de nuestra experiencia vital a través de cambios mentales tiene un alcance y una duración ciertamente inconsistentes, porque este enfoque tiene que defender sus logros constantemente ante la naturaleza y los contenidos de nuestros procesos de pensamiento inconscientes.

En realidad, sólo sabemos lo que pasa con nuestros procesos de pensamiento inconscientes cuando observamos las circunstancias que manifestamos en nuestro campo de experiencia que resultan contradictorias con nuestros intentos de «pensar en positivo». El mero hecho de que cambiemos conscientemente nuestra manera de pensar acerca de las circunstancias no significa que vayamos automáticamente a sentirlas de otra manera. Por tanto, aun cuando un cambio consciente de nuestros pensamientos consiga eventualmente los ajustes necesarios en nuestras circunstancias físicas, hasta el punto de que realmente lleguemos a sentir de un modo diferente, por mucho control mental que apliquemos no vamos a poder alcanzar una sensación auténtica de paz.


Los sentimientos inconscientes, y los procesos de pensamiento inconscientes que aquéllos alimentan, seguirán alterando nuestra paz mental.

Una experiencia de paz no es simplemente el resultado de un pensamiento positivo, a menos que vaya subrayado por un sentimiento. Los procesos de sentimiento y de pensamiento deben armonizarse estrechamente para que podamos alcanzar el estado del ser que pretendemos. Así pues, al igual que en los intentos por hacer cambios puramente físicos, la realización de cambios puramente mentales para ajustar la calidad de nuestras experiencias no deja de ser otra cosa que jugar con los efectos, y sigue sin dirigirse a las causas.

Afortunadamente, también disponemos de la opción de ir directamente a las raíces de nuestro malestar y de hacer ajustes causales, siempre y cuando realicemos cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional. Éste es el enfoque más complicado, pero es el único verdaderamente efectivo y gratificante. Aunque es complicado hacer cambios en el estado de nuestro cuerpo emocional, tenemos que acercarnos a él de forma suave y regular; y, para ello, vamos a necesitar grandes dosis de compromiso y perseverancia.


Es como talar un enorme árbol. Tenemos que ir dando golpes con el hacha, uno tras otro, y habrá veces que el trabajo se nos antojará interminable. Puede dar la impresión de que no estamos consiguiendo nada. Pero luego, sin advertencia previa, oímos un crujido y, pocos segundos después, el árbol cae. Y, una vez está cayendo, ya no hay nada que lo detenga. Una vez está en el suelo, no lo podemos volver a poner en pie.
El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional funciona igual. Trabajamos con él de forma regular y, en ocasiones, da la impresión de que tanto trabajo no nos lleva a ninguna parte. Pero, de pronto, hay un cambio repentino y, cuando esto ocurre, ya no hay nada que lo detenga. Cuando este cambio interior ha tenido lugar, es literalmente imposible devolver el cuerpo emocional a su estado previo. Debido a la tendencia que tiene el cuerpo emocional a realizar cambios súbitos, la experiencia de cambio es potencialmente traumática, si no se realiza de forma consciente, suave y responsable. De ahí que no se recomiende zambullirse directamente en el cuerpo emocional para activar los cambios. Aquí, las palabras clave son suavidad., paciencia responsabilidad.

Los cambios en el cuerpo emocional, cuando se abordan responsablemente, se convierten en experiencias maravillosas, dado que llevan a un cambio inmediato en las percepciones; literalmente, vemos el mundo de otra manera a partir del momento en que se produce el cambio. Las consecuencias de este ajuste emocional se filtran posteriormente poco a poco, y se manifiestan en la calidad de nuestra experiencia mental y física. Y, cuando se da el cambio, es duradero, y no precisa de esfuerzos para mantenerlo. El ajuste del estado de nuestro cuerpo emocional nos abre la puerta a un nuevo mundo de experiencias sin tener que ir a ninguna parte. Es un proceso integrador.


Te acompaño en el proceso


Consultas Presenciales / Consultas por Skype


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anathéoresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología (IPPNIM)



www.centroelim.org       Telf. 653-936-074

miércoles, 20 de enero de 2021

La memoria celular



 Las memorias no sólo son almacenadas  en el cerebro, 

sino también en la red psicosomática que se extiende por todo el cuerpo, 

a lo largo de las conexiones entre los órganos 

y hasta la superficie de nuestra piel. 

 Candace Pert 

En cada célula, está grabada toda nuestra historia genética, nuestra historia individual, y las memorias de las experiencias del alma; de las experiencias de nuestros antepasados; de la información proveniente de la cultura en que nos educamos. 


En la memoria celular están almacenados todos los patrones conscientes e inconscientes de las conductas improductivas que no nos permiten están plenos y en paz con nosotros mismos. 

Las heridas dolorosas del pasado no sanadas, limitan ahora nuestra vida, nuestra libertad y pueden producirnos enfermedades.



Esta es la dinámica celular: 

En el cerebro, el hipotálamo se encarga de sintetizar las proteínas, denominadas neuropéptidos, estas son liberadas en el torrente sanguíneo cada vez que un estado emocional se dispara. 

Cada estado emocional produce una especie diferente de neuropéptidos; éstos viajan rápidamente por el torrente sanguíneo hasta encontrarse con las células que tienen los receptores adecuados para ellos. Nuestras células tienen cierta cantidad de receptores disponibles para ciertos neuropéptidos.

Por ejemplo, si una persona suele vivir con frecuencia estados de tristeza, sus receptores celulares estarán inundados por estos péptidos, no pudiendo estar disponibles para recibir los neuropéptidos originados por estados de alegría…. Nos tornamos adictos a los estados emocionales… 

Al estar las células bombardeadas a diario y de manera inconsciente por las emociones generadas por patrones de pensamiento y creencias que producen contracciones (enojo, miedo, tristeza, culpa, vergüenza, etc.), habrá cada vez menor cantidad de receptores disponibles para las funciones de asimilación, nutrición, limpieza y curación. 

Literalmente, el amor es lo que da a las células su fuerza vital; la ausencia de amor resulta un drenaje para nuestra vitalidad y nuestra salud. 

Las células están naciendo, creciendo y muriendo constantemente, reflejando a la perfección cómo funciona el universo: cambiando sin pausa, transformando y re-generando. De manera que podemos fluir con los cambios que el universo pone en nuestra vida o, por el contrario, resistirlos. Lo que se resiste, persiste y contrae las células. 

La actitud de aceptación produce paz interna y externa, produce un profundo efecto de sanación, afectando profundamente a las células, que enseguida actualizan la información contenida en todos los archivos físicos, mentales, emocionales y espirituales. Entonces, toda aquella información que resulta inútil o innecesaria es removida de la memoria celular, para ser reemplazada por nuevas formas de ser y de accionar 

Las células regulan la intensidad del proceso de transformación, en ellas reside una infinita inteligencia que sabe cómo digerir y transformar todo lo que te sucede cuando no hay resonancias contractivas. 

Toda la memoria está en el campo energético y la fuerza vital proveerá a las células de la información necesaria mientras exista la bio-computadora humana. 

La energía se expresa en el organismo en dos polaridades, yin y yan, en todo lo positivo hay algo de negativo, y en todo lo negativo algo de positivo.

Los «archivos» que contienen la carga positiva son el resultado de todas las percepciones, creencias y decisiones que nos han ayudado y apoyado en la vida hasta el momento actual, estos archivos, crean una auto-imagen fuerte: «Soy una persona sana.», «Yo puedo.», «Yo confío en mí.»..

Los archivos que contienen la carga negativa son el resultado de creencias y decisiones desde las cuales nace una auto-imagen débil para nosotros mismos y para los demás: «Nadie me ama», «No puedo decir mi verdad», «No puedo confiar en nadie». «Soy un/a fracasado/a».

Volver al estado de paz y alegría interior que teníamos siendo bebés, es posible. Simplemente, tenemos que des-aprender lo que se nos ha enseñado como verdadero, para re-encontrarnos con nuestro ser esencial.

CMR- Liberación de la Memoria Celular

www.centroelim.org



jueves, 10 de diciembre de 2020

Hasta que no cambies tu subconsciente, todo seguirá igual. Bruce Lipton


Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. 

La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés.


Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”.

Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados.

Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente.

No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis celulas y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno.

Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado?

Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser.

Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano. 
Bruce Lipton

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El cuerpo del dolor (el dolor no resuelto en nuestra memoria celular)


“Si creemos en pensamiento negativo, activamos el patrón o hábito emocional correspondiente. 

Ese patrón en acción genera resonancias, que electromagnéticamente atraen más de las mismas frecuencias. 

Cuanto mas experimentamos una resonancia, más células participan de ella y mas fuerte se hacen las cadenas neuronales. 

Cuanto mas fuerte esas cadenas son, mas nos creemos que somos lo que no somos (la mascara o imagen de si) 

Y cuanto mas creemos que somos lo que no somos, mas cuerpo del dolor es creado.” 


· La “ IMAGEN DE SI” es una reacción a las “heridas” sufridas en el pasado. 

· La “IMAGEN DE SI” es simplemente una imagen 

· No es Real. Nunca fue Real y nunca lo será 

· “Ego”, “yo inferior”, “falsa personalidad”, “falso yo” o “máscara”, son otros nombres que se usan para definir el mismo concepto. 

· Da igual que sea una imagen positiva o negativa, sigue siendo imagen, la positiva es mas fácil a veces para la vida, pero no deja de ser una imagen, que no garantiza felicidad, etc. 


El no ser real, el no estar en contacto con el centro que somos, que éramos cuando pequeños y luego nos fuimos desconectando por educación o por traumas, dolor… el no se real, nos genera un profundo sentimiento de auto traición que se traduce en dolor físico y/o emocional. Y esto es muy difícil de perdonar, cuando no somos reales, algo en nosotros esta en constante sufrimiento. 

El dolor de “no ser real”, se experimenta como una contracción en el campo energético que llamamos “cuerpo de dolor o pain-body” 

Hay dos fuentes del cuerpo de dolor, una es la que es creada ahora en el presente por la resistencia a “lo que es”, y otra, el dolor acumulado en la memoria celular generado por las heridas pasadas. 

Pelear con la vida, resistirla, es una locura, nunca le ganamos… “las cosas deberían ser diferentes”, eso crea mas cuerpo de dolor y miseria emocional y física. 

El cuerpo de dolor es parte de la condición humana, no lo tomes como personal. 

El cuerpo del dolor es el residuo energético que queda después de una situación traumática o dolorosa. Es el resultante de la acumulación de haber resistido “lo que sucedió”. 

Podemos reconocerlo cuando algo insignificante se dispara una reacción desproporcionada o algo que “no debería haber pasado” sucede o alguien dice algo que no nos gusta. 

“El cuerpo del dolor es nuestra Energía vital contraída. No esta fluyendo libremente, esta estancada como en el dique de un rio. La presión se acumula y el dolor aumenta” 

“En la mayoría de las personas, la energía vital se encuentra atrapada en el cuerpo de dolor, así no puede fluir. La vitalidad es absorbida así como un agujero negro chupa toda la luz” 

Los diferentes países y razas tienen su cuerpo del dolor también. La gente que viven en ellos comparten lo que se denomina un “cuerpo dolor colectivo” 

El cuerpo del dolor aumenta cuando mas tratamos de evitar sentir lo que sentimos. En otras palabras, cuando nos mentimos y tratamos de vivir otra cosa que lo que en realidad esta sucediendo, nos contamos historias, culpamos a otros, justificamos lo que esta pasando, no nos responsabilizamos de lo que esta pasando. 



Síntomas del cuerpo de dolor son diferentes según las personas: 

Generalmente se manifiesta como una sensación de turbulencia, o una contracción, o la sensación de un agujero en el estómago, un vacío en el plexo solar, mareo, nauseas o una sensación de amenaza pendiente o irritabilidad, etc. 

El cuerpo de dolor puede ser “activo o pasivo”. En algunas personas, nunca esta pasivo, esta siempre activo. Ej. ella esta siempre triste o ella se enoja fácilmente. 

El cuerpo de dolor puede aparecer “tímido (victima, no sirvo para nada…) o ser agresivo”. Ej. pobrecito de mi, no valgo para nada o “sabes quien soy yo, ni se te ocurra hacerme eso!” 

El estado de pánico es la acumulación de miedo, el miedo es la acumulación de ansiedad, eso que llamamos ansiedad un poco nervioso, es miedo que hay ahí. 

El cuerpo de dolor necesita salir para alimentarse periódicamente, es importante observar en la propia vida. El tiempo que se toma varia de persona a persona. Observar los ciclos para que se dispare… 

Ej. llego a casa, me deprimo, me tomo tres cervezas, el cuerpo de dolor espero hasta la noche para dispararse, alimentarse. Otro ejemplo, los enojos en pareja, donde se pelean sistemáticamente cada cierto tiempo, una vez por semana, por mes, etc. 

Cuando el cuerpo del dolor esta a punto de entrar en acción, tratara de provocar la reacción de la persona con la que estamos involucrados en el momento. Generalmente con aquellos que son más íntimos, como familiares, amantes, amigos cercanos o compañeros de trabajo. 

El cuerpo de dolor ama y disfruta del Drama. Lamentablemente, esta es una parte muy importante en la mayoría de las relaciones humanas. Cuando el Drama se desata, nuestra mente que ya se ha alineado con el Cuerpo de Dolor, tratara de encontrar cualquier excusa para aumentar y complicar la discusión o la situación en la que nos encontramos, esa es la manera en que el cuerpo del dolor come y se nutre.. 

“Cuando el cuerpo del dolor se esta alimentando toma posesión de la mente creando pensamientos destructivos, ensayando conversaciones o disputas con aquellos que tenemos problemas, armando estrategias o vaticinando lo que va a pasar.” 

El cuerpo de dolor es adictivo. Cuando toma el control de la situación, lo último que nosotros queremos experimentar es paz. Solo queremos sufrir mas. (todo esto es inconsciente..) 

El cuerpo de dolor se alimenta de las reacciones de los demás. 

Es totalmente mecánico, la conciencia del cuerpo de dolor es totalmente mecánica y responde a la programación, o sea que lo único que hace es activar las cadenas neuronales que se formaron cuando éramos pequeños. 

En realidad cada vez que el cuerpo de dolor se activa, es una oportunidad de sanación, de transformación. O sea que lo que es real en nosotros, el ser quiere recuperar esa energía original, entonces se activa ese dolor tan antiguo, quizá 40 años atrás…para que se transforme, pero hasta que no sabemos como transformar, lo que hacemos es generar mas y guardarlo de nuevo, es como vomitar y tragarse lo que se vomita.. nunca se llega a transformar. 

El reconocimiento de la existencia y actividad del cuerpo del dolor es el primer paso en el proceso de su transformación y cura. 

La observación y aceptación de este fenómeno energético en nosotros, produce la separación gradual de las conexiones que él tiene con nuestra mente. Cuando hacemos esto, lo único que queda es una sensación incomoda (contricción, pesadez, etc.) en nuestro cuerpo. No hay que agregarle actividad mental, que es la que lo formo, no hay que darle fuerza, sino observar y permitir sentirlo. 

El cuerpo del dolor no es nuestro enemigo. Si tratamos de pelear o de sacárnoslo de encima, nuestra situación se volver mucho peor. 

Simplemente tenemos que observarlo, aceptando el dolor que esta allí de momento, no es un enemigo, es partes mías que están en contracción, el aceptarlo, es algo que la mente no puede soportar. Hacer el viaje de transformación del cuerpo de dolor, requiere coraje, determinación y consistencia. 

Cuando más fuerte es el cuerpo de dolor, más fuerte es la motivación de transformarlo. 

El “karma” o en otras palabras la repetición de viejas formas o patrones, se disuelve cuando el cuerpo del dolor es transformado. Una vez que las contracciones ya no están mas, no es necesario repetir el patrón,. 

El cuerpo de dolor es adictivo y necesita más dolor para poder sobrevivir y crecer. Si lo consideramos como a una entidad invisible con existencia propia, vamos a tener una idea mas clara de lo que es. 

Lo que lo mantiene fuerte y creciendo, es la repetición inconsciente de los hábitos emocionales que alimentan la Imagen de Si.

Liberación de la Memoria Celular (CMR)


domingo, 6 de septiembre de 2020

Cara a cara con el miedo

Dejar de lidiar con lo que nos duele es de listos, no de cobardes - La  Mente es Maravillosa

A través de la aceptación, la comprensión y la amplitud podemos descubrir y sanar las heridas más profundas de nuestra alma. 

A veces nos preguntamos qué es lo que nos provoca tanta ansiedad, porqué nos quejamos cuando no conseguimos el amor que deseamos y necesitamos, qué es lo que sucede dentro de nosotros cuando sufrimos una pérdida importante, cuando un amor nos deja o uno de nuestros padres muere? 

Escondido detrás de nuestras protecciones, negaciones y un estilo de vida adictivo, llevamos un niño interior profundamente atemorizado y herido. 

La mayoría de personas viven en la codependencia sin ser capaz de crear o mantener relaciones íntimas debido a nuestro niño interior atemorizado. 

Nuestra vida, no podrá ser una experiencia de amor y felicidad hasta que no nos hagamos amigos de nuestro niño interior. 

Cuando nos abrimos a nuestra vulnerabilidad herida y empezamos a sanarla, traemos el amor y la realización a nuestras vidas. 

Gran parte del crecimiento interior proviene del trabajo con los miedos: el miedo a afirmar nuestra creatividad, miedo a la pérdida, miedo al castigo, a la crítica y al juicio, miedo al rechazo y a la soledad, miedo a la supervivencia, a que te desenmascaren, al fracaso, al éxito, a la intimidad, a la confrontación, a la ira, a perder el control…. 

El miedo es el asunto mas esencial para trabajar en nuestra vida: cuando se le niega e ignora se le relega al fondo de la mente, desde donde ejerce un efecto poderoso y muchas veces paralizante en nuestras vidas.

Intentamos cubrirlo con toda clase de compensaciones y adicciones, mientras se mantenga como una fuerza escondida puede causarnos ansiedad crónica, sabotear nuestra creatividad, puede volvernos rígidos, suspicaces u obsesionados con la seguridad, puede anular nuestro esfuerzo por encontrar el amor…. pero si podemos amigarnos con él, sacarlo a la luz, investigarlo con intensidad y compasión, puede transformarnos, abriéndonos a una profunda vulnerabilidad y auto aceptación. 

El miedo afecta y muchas veces domina, todos los aspectos de nuestra vida, nuestra manera de hablar, de trabajar, de comer, de relacionarnos, de crear e incluso respirar. Es algo que se encuentra de forma permanente y que intentamos ignorar, superar e incluso alejar. 

Sanar las heridas de amor y superar el duelo - Elmasacre.com | Tu diario  digital


El viaje de regreso al espacio interior que hemos perdido, se puede resumir en el siguiente mapa: 

Imagínate que estas de pie en el centro de un gran circulo dividido en tres anillos: un anillo exterior, uno medio y otro interior. Estos círculos radian desde ti hacia fuera.

 Al anillo exterior le llamaremos capa de protección: este es el hogar del adulto compensado. 

El segundo anillo es la capa de sentimientos y la vulnerabilidad, el hogar del niño vulnerable

Y el centro es el núcleo del ser esencial y el hogar del testigo. Ahí nos encontramos con nuestra energía fluida y espontánea, y podemos mirar todo lo que sucede dentro y fuera de nosotros con amplitud y objetividad. Es su forma más elevada, un estado de armonía con nosotros mismos y con la vida, es el centro de unidad con la existencia, del que hablan los místicos. 

El viaje de sanación es llegar a ese núcleo interior. 

La mayor parte del tiempo estamos en la capa exterior, la de protección es un estado de control donde estamos protegidos (hasta cierto punto) de nuestros miedos y muy raramente nos damos cuenta que estamos allí, se nos ha hecho familiar y vivimos allí de manera inconsciente, no porque lo elijamos. A menos que realicemos un trabajo interior, podemos pasarnos allí la vida entera. La mayor parte de la gente lo hace. 

Vivir en la capa de protección es algo seguro, conocido y sin peligro, pero a la vez vacío y de una forma u otra la vida comienza a indicarnos que algo va mal, cuando nos aventuramos a entrar en la capa de la vulnerabilidad y los sentimientos, nos llegan recuerdos de tiempos pasados y sentimientos de traición (cuando no se respetó nuestra vulnerabilidad), por estos recuerdos, nos asusta ir allí por lo que una parte de nosotros intenta evitar sentir ese dolor y ansiedad, manteniéndonos en lo seguro y conocido. 

Otra parte de nosotros sabe que para completar nuestro viaje de vuelta al núcleo, no nos queda otra alternativa que investigar la capa del medio. 

Una energía desconocida y misteriosa nos empuja hacia el centro, respondiendo a una llamada que proviene de nuestro ser superior, y esa parte tiene el valor para enfrentar el dolor y el miedo intrínsecos en el hecho de reclamar nuestra vulnerabilidad. 

Nos movemos constantemente entre esas dos fuerzas opuestas: una nos mantiene inconscientes pero seguros, la otra nos inclina hacia lo desconocido y hacia una verdad mas profunda. 

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La capa de protección 

Esta capa protege nuestra vulnerabilidad, es como un escudo que creamos para bloquear las energías dolorosas y evitar que nos hagan daño, y es la forma en que hemos sido capaces de mantener cierto control sobre esas energías que nos asechan. 

Esta capa de protección intenta evitar que sintamos miedo y dolor. Lo conseguimos desviando la energía a cualquier otra parte: a través de la acción, la distracción, el pensamiento, el drama, el sexo, la comida, etc. 

Una de las formas más comunes de proteger nuestra vulnerabilidad es adoptando un rol, una imagen propia. Desempeñamos papeles para escondernos: poderoso, victima, sexy, inteligente, espiritual, encantador, divertido, atlético…. Y esto refuerza nuestro ego. Para nuestra mente es impensable imaginar una relación sin una imagen propia de la que poder depender, sin ella, nos volvemos vulnerables, perdemos el cobijo para nuestros miedos y estos quedan al descubierto. 

La capa de protección tiene aspectos positivos y negativos. El ataque a nuestra vulnerabilidad durante la niñez fue tan fuerte y prematuro que sin esta forma de protección tal vez no hubiéramos sobrevivido en estado de cordura. Pero nos hemos identificado y apegado tanto a nuestra protección que, inconscientemente se ha convertido en nuestra forma de vida, no podemos entrar y salir voluntariamente, estas protecciones las hemos formado a edades tempranas y de forma tan inconsciente que se han convertido en una costumbre, que nos aísla y desnutre.
El escudo protector además, también mantiene nuestra energía encerrada adentro, desconectándonos de nuestros sentimientos y del libre flujo de las energías vitales y creativas. 

Los conflictos que tenemos con las otras personas, se producen casi siempre cuando dos capas de protección chocan entre sí, a menudo nos rechazan porque nos acercamos a la otra persona desde el estado de protección en vez de hacerlo desde el de vulnerabilidad. 
Pensamos que estamos abiertos y dispuestos, en realidad estamos en nuestra protección, esperando que la otra persona se abra antes que nosotros y luego nos enfadamos cuando no obtenemos lo que queremos. 

Mientras queramos influir en la otra persona de manera de cambiarla estamos en la zona de protección y esto incluye tener expectativas, querer herir a la otra persona, intentar controlarla, manipularla, culparla, decir algo sarcástico, cortarla o juzgarla. Esta energía es atacar y proviene de nuestra capa de protección. 

No es fácil darnos cuenta de esto, pues tendemos estar a la defensiva al respecto. No se trata de enjuiciar la capa de protección sino de hacerla consciente para poder aceptarla, y para darnos cuenta cómo y por qué se ha formado. Se trata de tener una conciencia compasiva de ella y la única forma en que puede disolverse por si misma, es a través de una comprensión profunda. 


Las heridas más profundas no las hacen los cuchillos afilados | Pinturas de  fantasía, Arte japones, Arte japonés


La capa de vulnerabilidad 

La capa del medio es la de la vulnerabilidad, el hogar de nuestro niño herido y asustado. En estado puro, nuestra energía consiste simplemente en energía libre que fluye y en sentimientos: el estado del niño no reprimido y espontáneo respondiendo a su mundo. En él hay alegría, sexo, ira, tristeza, creatividad, silencio, etc. yendo y viniendo según los cambios de los acontecimientos y las circunstancias. 

Si nos hubieran apoyado y animado a descubrir y expresar estas energías naturales y todas las fuerzas recibidas hubieran sido amor, atención y comprensión, es posible que nos hubiéramos mantenido en ese estado puro y confiado. Cuando la vulnerabilidad esta mezclada con la confianza, puede ser experimentada como algo suave y receptivo, expansivo y maravilloso. Pero sin confianza, la vulnerabilidad produce miedo. 

Ahora sentimos la vulnerabilidad con miedo, porque nuestra confianza fue muy dañada. Por la educación y la religión han intentado recluir al hombre en la conformidad, reprimiendo nuestra locura, nuestra sexualidad y nuestra autenticidad. 
Han utilizado el recurso del miedo y la culpa para reprimir esas energías vitales y se nos infundió ese miedo con la amenaza de retirarnos la nutrición, el amor o la salvación

Nuestros padres, profesores y figuras religiosas fueron también víctimas impotentes, inconscientes de la misma represión, y a menos que nos comportáramos y nos convirtiéramos en lo que ellos querían, corríamos el riesgo de no obtener el amor y aprobación tan necesarios en la niñez. 

Ellos hacían lo mejor que sabían y actuaban desde el amor y la preocupación por nuestro bienestar, imponiéndonos valores represivos de la sociedad y la cultura. 

Así como niños inocentes y receptivos, renunciamos a nuestra viveza y locura espontanea a cambio de amor y aprobación, cubriendo nuestra vulnerabilidad por una capa de vergüenza y profundos sentimientos de traición, dolor, ira y desesperación: el dolor y la ira por ser abusados, descuidados, no aceptados, no apreciados y malentendidos, por ser presionados para cumplir y conformarnos reprimiendo nuestra sexualidad y nuestra vitalidad. Todo ese odio y dolor lo guardamos en esta capa media. 

La mayoría de nosotros recibimos el mensaje que no estaba bien como éramos, a veces en formas extremas de abuso sexual, físico o emocional al no ser queridos o ser descuidados, también en la forma de no ser vistos o comprendidos, o al exigirnos que fuéramos o nos comportáramos de una manera que no era autentica para nuestro ser. 
Este mensaje que vino de los que nos rodearon en la infancia, ahora lo llevamos internalizado, lo llevamos dentro, este mensaje nos invalidó y nos hizo perder contacto con nuestra energía, sentimientos y nuestra autentica individualidad, así crecimos creyendo que había algo mal en nosotros, se trata de una profunda herida de indignidad. 

También llevamos otra herida muy relacionada con esta: la herida de la privación, el dolor por haber sido dejado, abandonado, privado y separado de esta fuente. 
La mayoría de nosotros ya no estamos conectados con este dolor, pero sale a la superficie cuando nos permitimos acercarnos a otra persona.. 

Para algunas personas la causa del dolor es obvia, quizá uno de los padres no estuvo presente físicamente, o nos abandono,,, pero para otras persona, no es tan claro: quizá el dolor de la separación de otro cuerpo al nacer, todo lo que hayamos recibido como niños en forma de rechazo y abuso, va agravar el dolor original por la separación que experimentamos al nacer. 

Todos en un grado u otro traemos estas dos heridas (un ataque a la integridad, inocencia y vulnerabilidad), que para poder sobrevivir a edades tan tempranas tuvimos que taparlas, pues el dolor era demasiado profundo, así construimos una capa de protección y nos “trasladamos” a esa capa exterior. 

Ojalá al escribir te quiero en tus brazos se borrasen tus cicatrices - La  Mente es Maravillosa

Experimentar el miedo y el dolor que llevamos en nuestro niño interior, puede permitirnos salir del control para entrar en el corazón, abriendo un espacio de compasión y entrega. Esto nos prepara el camino para entrar en el núcleo, suaviza nuestras aristas y nuestra energía. Cuando podemos sobreponernos al miedo de entregarnos y enfrentar el dolor de nuestro niño herido, podemos entrar más profundamente en nuestro interior. 

Experimentar el miedo y el dolor de nuestro niño herido, abre un amplio espacio interior en el que hay una comprensión y una aceptación de que el miedo y el dolor son simplemente parte de la vida. 

Cuando en lugar de luchar aprendemos a aceptar el miedo, el dolor, la incomodidad, la decepción e incluso la tragedia, también abrimos una puerta a nuestro núcleo interior de meditación. 

Al explorar la capa media, nos conectamos con un profundo anhelo espiritual que no puede ser reemplazado por otro, y ese anhelo profundo de nuestra alma, se sana a través de la meditación, reconectando con la unidad de la existencia. 

Ese espacio interno, núcleo, es un espacio de naturalidad, silencio interior, aceptación de la vida, compasión donde existe la sensación de entrega, confianza y no-hacer, sensación atemporal, donde la mente parlanchina se detiene. 

Te desidentificas de una personalidad particular, de preocupación, planificación, inseguridad, dudas y vives cada momento apreciándolo íntegramente. De niños estamos en ese estado, donde la vida fluye y progresa de manera perfecta, sin que tengan que hacer nada…, en este espacio inconsciente, sin identidad, nombre o dirección, simplemente siendo. Un estado de inocencia prístina y de confianza. Al ir saliendo de la infancia, perdemos nuestra conexión con este estado y nos identificamos con la personalidad. 

Nuestro viaje de regreso hacia el núcleo es nuestro viaje de retorno a ese estado no con la inconsciencia de un niño, sino con el conocimiento consciente de un adulto maduro y con experiencia. 


Nuestro viaje nos va llevando desde la capa de protección, pasando a la vulnerabilidad y poder conectar con el núcleo, con la meditación. 

Podemos cultivar el núcleo de meditación practicándola diariamente, dándole espacios al cuidado de esa semilla, creando espacios de introspección, en los que no estamos ocupados en nada y podemos observar. Esto va dando amplitud interior, podemos ir llevando este estado hacia la vida cotidiana.. 

Nuestro mediador es el protagonista de la historia, siempre ha estado allí.


Se sana en una atmosfera de amor, aceptación y compromiso para reabrir y trabajar las heridas y asi los sentimientos regresan gradualmente. Al curar nuestra vulnerabilidad podemos permitirnos sentir el miedo y el dolor sin escapar de ellos, y en ese proceso la calma y el centro vuelven a nuestro ser. 

Gran parte de nuestro viaje consiste en llegar a un punto donde podemos saber lo que estamos sintiendo en cada instante y aprender a expresar esos sentimientos en el momento adecuado. Este viaje es un proceso para salir de un estado de protección inconsciente y establecer contacto con nuestros sentimientos e integridad. Es la curación de nuestro poder y vulnerabilidad heridos. 

El viaje nos lleva a través de nuestra capa de sentimientos, reconectándonos con nuestra vulnerabilidad, nuestra confianza y nuestra inocencia. El viaje de regreso a casa incluye un peregrinaje a través de los miedos y el dolor del niño interior. 

Lo más importante en este viaje es aprender a intimar con nosotros mismos, comprendiendo que cada estado, cada reacción tiene una razón. Se trata de validad todo lo que aparezca, en un espacio de aceptación, sin juicios, permitiendo que los sentimientos enterrados afloren a la superficie de manera natural para poder sanar. 

Cada uno tiene su propio proceso individual de curación, que implica dejar al descubierto el material reprimido en nuestro inconsciente, para redescubrir nuestra perdida vitalidad. 

Ponernos en contacto con nuestro perdido amor por nosotros mismos y nuestro anhelo de dios o la unidad, de reconectar con el todo una vez mas. Permitir que el proceso se desarrolle en su propia manera especial.

(Dr. Thomas Trobe- psiquiatra y conferenciante)




Te acompaño en el proceso


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Especialista en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología 



www.centroelim.org                   Telf. 653-936-074



lunes, 18 de mayo de 2020

Modelo victimista (la adicción al sufrimiento)

LA CONTAMINACION DEL MEDIO AMBIENTE ERP: AYUDAR AL PLANETA ES ...

Jugar el papel de víctima es parte de un modelo cultural muy viejo, tan antiguo como nuestra civilización. Encontramos este patrón en toda la historia de la humanidad. 

En la actualidad, está en los libros que leemos, en la TV que miramos, en las noticias de los periódicos, en las religiones, en la política nacional, en las relaciones diplomáticas internacionales, en las escuelas, en las relaciones de pareja, en la familia, en las amistades, etcétera. 

Estamos tan acostumbrados a ese papel, que se ha vuelto adictivo. En verdad, es una adicción socialmente aceptada que crea muchísima miseria física, mental y emocional. Ser víctima es un juego cultural que se ha cobrado y sigue cobrándose muchas bajas entre nosotros. 

Una persona que juega el papel de víctima es alguien que sufre por diferentes razones y variadas causas. Puede ser que sufra por necesidades básicas no satisfechas, molestias físicas, enfermedades, falta de energía, cansancio, impotencia, desesperanza, indiferencia, falta de reconocimiento, confusión, traición, abuso físico, emocional o sexual, manipulación, explotación, opresión, abandono, persecución, entre otras cosas. 

La resonancia que se activa cuando nos sentimos víctimas, genera en nosotros pensamientos y comportamientos inconscientes, y sin darnos cuenta nos encontramos, interior o exteriormente, quejándonos, culpándonos a nosotros mismos o a los demás, o a la vida, o a Dios. 

Ese estado de queja crónico, genera contracciones internas que impiden que energías esenciales, fluyan como debieran y, drenan nuestra fuerza vital. Esto nos debilita enormemente. 

Según la ley de atracción y sus principios, cuando emitimos la resonancia de “la víctima”, atraemos situaciones y personas que nos van a hacer sufrir. (En realidad, nuestro inconsciente, atrae las situaciones con la misma resonancia, para por fin podamos sanarlas.) 

Por otro lado, no nos es posible extraerle “el jugo” a la experiencia que estamos viviendo y nos vamos a ver repitiéndola infinidad de veces y de diferentes maneras.

El “virus” de la víctima, nos hace percibirnos a nosotros mismos, como un ente separado del todo, que tiene que estar constantemente defendiéndose o atacando.

Este “virus” también crea una resonancia de miedo crónico y da lugar a un círculo vicioso:

Cuanto más miedo siento, más separación experimento;
cuanta más separación siento, más solo estoy;
cuanto más solo me siento, más me tengo que proteger de lo que me puedan hacer o de lo que me pueda pasar;
cuanto más me tengo que proteger y defender, más encuentro la culpa en el otro;
cuanto más acuso y culpo al otro, más separado me siento;
cuanto más separado me siento, más miedo siento.

Y se cierra así este círculo vicioso, al volverse a la causa-raíz del sufrimiento humano.



Cómo detectar si estás jugando el rol de víctima 

Cuando jugamos el papel de víctima: 

- Reaccionamos a todo inconscientemente.
- Nuestra mente crea constantes situaciones de ansiedad o preocupación.
- Pensamos, interpretamos y analizamos (interna o externamente).
- Negamos lo que sentimos (“No hay problema”, “Está todo bien”).
-Suprimimos nuestras emociones (creando rigidez, contracturas, tensiones o enfermedades).
- Somos adictos al “drama” y a las situaciones o personas que lo crean.
- Usamos mucho las expresiones “debería” o “no debería”.
- Nos quejamos acerca de nosotros mismos o de los demás.
- Juzgamos, criticamos, acusamos y culpamos a quien sea (interior o exteriormente).
- Repetimos una y otra vez, en nuestra mente, situaciones pasadas.
- Nos es difícil perdonar. Guardamos resentimientos muy viejos.
- Nos queremos vengar y “cobrar lo que nos deben”.
- Recurrimos a nuestro doloroso pasado para actuar o tomar decisiones en el presente.
- Tememos el futuro por lo que nos pueda traer.
- Ensayamos lo que vamos a decir o hacer, una y otra vez.
- No nos damos cuenta de que hay un momento presente. Lo ignoramos absolutamente. 


Ahora escribe con cuál o cuáles de estos rasgos te sientes más identificado: 

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La isla de Mouro amanece entre bruma y un sol gigante | EL ...


El antídoto para este virus es: 


EL MODELO DE AUTORRESPONSABILIDAD 

El modelo de autorresponsabilidad es opuesto al papel de la víctima, implica honrar la vida y está conectado con el cuerpo de luz. 


¿COMO SE LOGRA? 

  • Reconociendo: 
“Estoy asustado”, “Estoy enojado”, “Estoy triste”, “Estoy excitado”, “Estoy entusiasmado”, “Me siento atraído por...”. 

  • Localizando: 
Notando en qué parte del cuerpo está exactamente esa sensación. 

  • Permitiendo: 
Moviendo, sacudiendo, estirando, haciendo sonidos… 

  • Intensificando: 
Amplificando al máximo lo que siento. 

  • Respirando. 


a veces es necesario buscar ayuda terapéutica


(Fuente: La Memoria de las Células) 

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