CUANDO TÚ CAMBIAS....
EL MUNDO CAMBIA ANTE TU MIRADA

PROCESO CMR

· . ¿Quieres un cambio en tu vida y no sabes por dónde empezar?

- ¿Te pasa que a pesar de haber hecho terapias, cursos, etc., te sientes estancado?

-¿Sientes que las situaciones te superan?

- ¿Te sientes cansado, estresado, sobrecargado, y no sabes cómo gestionar tus emociones?

- ¿Estás cansado de no poder ser tú mismo, de no saber poner límites?

- ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran? Tus relaciones son conflictivas?

- ¿Tus miedos te limitan/paralizan a la hora de concretar tus proyectos?

Puedo ayudarte


TE ACOMPAÑO A LIBERAR TUS LIMITACIONES MEDIANTE HERRAMIENTAS SENCILLAS Y EFECTIVAS, PARA QUE PUEDAS VIVIR PLENAMENTE


domingo, 6 de septiembre de 2020

Cara a cara con el miedo

Dejar de lidiar con lo que nos duele es de listos, no de cobardes - La  Mente es Maravillosa

A través de la aceptación, la comprensión y la amplitud podemos descubrir y sanar las heridas más profundas de nuestra alma. 

A veces nos preguntamos qué es lo que nos provoca tanta ansiedad, porqué nos quejamos cuando no conseguimos el amor que deseamos y necesitamos, qué es lo que sucede dentro de nosotros cuando sufrimos una pérdida importante, cuando un amor nos deja o uno de nuestros padres muere? 

Escondido detrás de nuestras protecciones, negaciones y un estilo de vida adictivo, llevamos un niño interior profundamente atemorizado y herido. 

La mayoría de personas viven en la codependencia sin ser capaz de crear o mantener relaciones íntimas debido a nuestro niño interior atemorizado. 

Nuestra vida, no podrá ser una experiencia de amor y felicidad hasta que no nos hagamos amigos de nuestro niño interior. 

Cuando nos abrimos a nuestra vulnerabilidad herida y empezamos a sanarla, traemos el amor y la realización a nuestras vidas. 

Gran parte del crecimiento interior proviene del trabajo con los miedos: el miedo a afirmar nuestra creatividad, miedo a la pérdida, miedo al castigo, a la crítica y al juicio, miedo al rechazo y a la soledad, miedo a la supervivencia, a que te desenmascaren, al fracaso, al éxito, a la intimidad, a la confrontación, a la ira, a perder el control…. 

El miedo es el asunto mas esencial para trabajar en nuestra vida: cuando se le niega e ignora se le relega al fondo de la mente, desde donde ejerce un efecto poderoso y muchas veces paralizante en nuestras vidas.

Intentamos cubrirlo con toda clase de compensaciones y adicciones, mientras se mantenga como una fuerza escondida puede causarnos ansiedad crónica, sabotear nuestra creatividad, puede volvernos rígidos, suspicaces u obsesionados con la seguridad, puede anular nuestro esfuerzo por encontrar el amor…. pero si podemos amigarnos con él, sacarlo a la luz, investigarlo con intensidad y compasión, puede transformarnos, abriéndonos a una profunda vulnerabilidad y auto aceptación. 

El miedo afecta y muchas veces domina, todos los aspectos de nuestra vida, nuestra manera de hablar, de trabajar, de comer, de relacionarnos, de crear e incluso respirar. Es algo que se encuentra de forma permanente y que intentamos ignorar, superar e incluso alejar. 

Sanar las heridas de amor y superar el duelo - Elmasacre.com | Tu diario  digital


El viaje de regreso al espacio interior que hemos perdido, se puede resumir en el siguiente mapa: 

Imagínate que estas de pie en el centro de un gran circulo dividido en tres anillos: un anillo exterior, uno medio y otro interior. Estos círculos radian desde ti hacia fuera.

 Al anillo exterior le llamaremos capa de protección: este es el hogar del adulto compensado. 

El segundo anillo es la capa de sentimientos y la vulnerabilidad, el hogar del niño vulnerable

Y el centro es el núcleo del ser esencial y el hogar del testigo. Ahí nos encontramos con nuestra energía fluida y espontánea, y podemos mirar todo lo que sucede dentro y fuera de nosotros con amplitud y objetividad. Es su forma más elevada, un estado de armonía con nosotros mismos y con la vida, es el centro de unidad con la existencia, del que hablan los místicos. 

El viaje de sanación es llegar a ese núcleo interior. 

La mayor parte del tiempo estamos en la capa exterior, la de protección es un estado de control donde estamos protegidos (hasta cierto punto) de nuestros miedos y muy raramente nos damos cuenta que estamos allí, se nos ha hecho familiar y vivimos allí de manera inconsciente, no porque lo elijamos. A menos que realicemos un trabajo interior, podemos pasarnos allí la vida entera. La mayor parte de la gente lo hace. 

Vivir en la capa de protección es algo seguro, conocido y sin peligro, pero a la vez vacío y de una forma u otra la vida comienza a indicarnos que algo va mal, cuando nos aventuramos a entrar en la capa de la vulnerabilidad y los sentimientos, nos llegan recuerdos de tiempos pasados y sentimientos de traición (cuando no se respetó nuestra vulnerabilidad), por estos recuerdos, nos asusta ir allí por lo que una parte de nosotros intenta evitar sentir ese dolor y ansiedad, manteniéndonos en lo seguro y conocido. 

Otra parte de nosotros sabe que para completar nuestro viaje de vuelta al núcleo, no nos queda otra alternativa que investigar la capa del medio. 

Una energía desconocida y misteriosa nos empuja hacia el centro, respondiendo a una llamada que proviene de nuestro ser superior, y esa parte tiene el valor para enfrentar el dolor y el miedo intrínsecos en el hecho de reclamar nuestra vulnerabilidad. 

Nos movemos constantemente entre esas dos fuerzas opuestas: una nos mantiene inconscientes pero seguros, la otra nos inclina hacia lo desconocido y hacia una verdad mas profunda. 

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La capa de protección 

Esta capa protege nuestra vulnerabilidad, es como un escudo que creamos para bloquear las energías dolorosas y evitar que nos hagan daño, y es la forma en que hemos sido capaces de mantener cierto control sobre esas energías que nos asechan. 

Esta capa de protección intenta evitar que sintamos miedo y dolor. Lo conseguimos desviando la energía a cualquier otra parte: a través de la acción, la distracción, el pensamiento, el drama, el sexo, la comida, etc. 

Una de las formas más comunes de proteger nuestra vulnerabilidad es adoptando un rol, una imagen propia. Desempeñamos papeles para escondernos: poderoso, victima, sexy, inteligente, espiritual, encantador, divertido, atlético…. Y esto refuerza nuestro ego. Para nuestra mente es impensable imaginar una relación sin una imagen propia de la que poder depender, sin ella, nos volvemos vulnerables, perdemos el cobijo para nuestros miedos y estos quedan al descubierto. 

La capa de protección tiene aspectos positivos y negativos. El ataque a nuestra vulnerabilidad durante la niñez fue tan fuerte y prematuro que sin esta forma de protección tal vez no hubiéramos sobrevivido en estado de cordura. Pero nos hemos identificado y apegado tanto a nuestra protección que, inconscientemente se ha convertido en nuestra forma de vida, no podemos entrar y salir voluntariamente, estas protecciones las hemos formado a edades tempranas y de forma tan inconsciente que se han convertido en una costumbre, que nos aísla y desnutre.
El escudo protector además, también mantiene nuestra energía encerrada adentro, desconectándonos de nuestros sentimientos y del libre flujo de las energías vitales y creativas. 

Los conflictos que tenemos con las otras personas, se producen casi siempre cuando dos capas de protección chocan entre sí, a menudo nos rechazan porque nos acercamos a la otra persona desde el estado de protección en vez de hacerlo desde el de vulnerabilidad. 
Pensamos que estamos abiertos y dispuestos, en realidad estamos en nuestra protección, esperando que la otra persona se abra antes que nosotros y luego nos enfadamos cuando no obtenemos lo que queremos. 

Mientras queramos influir en la otra persona de manera de cambiarla estamos en la zona de protección y esto incluye tener expectativas, querer herir a la otra persona, intentar controlarla, manipularla, culparla, decir algo sarcástico, cortarla o juzgarla. Esta energía es atacar y proviene de nuestra capa de protección. 

No es fácil darnos cuenta de esto, pues tendemos estar a la defensiva al respecto. No se trata de enjuiciar la capa de protección sino de hacerla consciente para poder aceptarla, y para darnos cuenta cómo y por qué se ha formado. Se trata de tener una conciencia compasiva de ella y la única forma en que puede disolverse por si misma, es a través de una comprensión profunda. 


Las heridas más profundas no las hacen los cuchillos afilados | Pinturas de  fantasía, Arte japones, Arte japonés


La capa de vulnerabilidad 

La capa del medio es la de la vulnerabilidad, el hogar de nuestro niño herido y asustado. En estado puro, nuestra energía consiste simplemente en energía libre que fluye y en sentimientos: el estado del niño no reprimido y espontáneo respondiendo a su mundo. En él hay alegría, sexo, ira, tristeza, creatividad, silencio, etc. yendo y viniendo según los cambios de los acontecimientos y las circunstancias. 

Si nos hubieran apoyado y animado a descubrir y expresar estas energías naturales y todas las fuerzas recibidas hubieran sido amor, atención y comprensión, es posible que nos hubiéramos mantenido en ese estado puro y confiado. Cuando la vulnerabilidad esta mezclada con la confianza, puede ser experimentada como algo suave y receptivo, expansivo y maravilloso. Pero sin confianza, la vulnerabilidad produce miedo. 

Ahora sentimos la vulnerabilidad con miedo, porque nuestra confianza fue muy dañada. Por la educación y la religión han intentado recluir al hombre en la conformidad, reprimiendo nuestra locura, nuestra sexualidad y nuestra autenticidad. 
Han utilizado el recurso del miedo y la culpa para reprimir esas energías vitales y se nos infundió ese miedo con la amenaza de retirarnos la nutrición, el amor o la salvación

Nuestros padres, profesores y figuras religiosas fueron también víctimas impotentes, inconscientes de la misma represión, y a menos que nos comportáramos y nos convirtiéramos en lo que ellos querían, corríamos el riesgo de no obtener el amor y aprobación tan necesarios en la niñez. 

Ellos hacían lo mejor que sabían y actuaban desde el amor y la preocupación por nuestro bienestar, imponiéndonos valores represivos de la sociedad y la cultura. 

Así como niños inocentes y receptivos, renunciamos a nuestra viveza y locura espontanea a cambio de amor y aprobación, cubriendo nuestra vulnerabilidad por una capa de vergüenza y profundos sentimientos de traición, dolor, ira y desesperación: el dolor y la ira por ser abusados, descuidados, no aceptados, no apreciados y malentendidos, por ser presionados para cumplir y conformarnos reprimiendo nuestra sexualidad y nuestra vitalidad. Todo ese odio y dolor lo guardamos en esta capa media. 

La mayoría de nosotros recibimos el mensaje que no estaba bien como éramos, a veces en formas extremas de abuso sexual, físico o emocional al no ser queridos o ser descuidados, también en la forma de no ser vistos o comprendidos, o al exigirnos que fuéramos o nos comportáramos de una manera que no era autentica para nuestro ser. 
Este mensaje que vino de los que nos rodearon en la infancia, ahora lo llevamos internalizado, lo llevamos dentro, este mensaje nos invalidó y nos hizo perder contacto con nuestra energía, sentimientos y nuestra autentica individualidad, así crecimos creyendo que había algo mal en nosotros, se trata de una profunda herida de indignidad. 

También llevamos otra herida muy relacionada con esta: la herida de la privación, el dolor por haber sido dejado, abandonado, privado y separado de esta fuente. 
La mayoría de nosotros ya no estamos conectados con este dolor, pero sale a la superficie cuando nos permitimos acercarnos a otra persona.. 

Para algunas personas la causa del dolor es obvia, quizá uno de los padres no estuvo presente físicamente, o nos abandono,,, pero para otras persona, no es tan claro: quizá el dolor de la separación de otro cuerpo al nacer, todo lo que hayamos recibido como niños en forma de rechazo y abuso, va agravar el dolor original por la separación que experimentamos al nacer. 

Todos en un grado u otro traemos estas dos heridas (un ataque a la integridad, inocencia y vulnerabilidad), que para poder sobrevivir a edades tan tempranas tuvimos que taparlas, pues el dolor era demasiado profundo, así construimos una capa de protección y nos “trasladamos” a esa capa exterior. 

Ojalá al escribir te quiero en tus brazos se borrasen tus cicatrices - La  Mente es Maravillosa

Experimentar el miedo y el dolor que llevamos en nuestro niño interior, puede permitirnos salir del control para entrar en el corazón, abriendo un espacio de compasión y entrega. Esto nos prepara el camino para entrar en el núcleo, suaviza nuestras aristas y nuestra energía. Cuando podemos sobreponernos al miedo de entregarnos y enfrentar el dolor de nuestro niño herido, podemos entrar más profundamente en nuestro interior. 

Experimentar el miedo y el dolor de nuestro niño herido, abre un amplio espacio interior en el que hay una comprensión y una aceptación de que el miedo y el dolor son simplemente parte de la vida. 

Cuando en lugar de luchar aprendemos a aceptar el miedo, el dolor, la incomodidad, la decepción e incluso la tragedia, también abrimos una puerta a nuestro núcleo interior de meditación. 

Al explorar la capa media, nos conectamos con un profundo anhelo espiritual que no puede ser reemplazado por otro, y ese anhelo profundo de nuestra alma, se sana a través de la meditación, reconectando con la unidad de la existencia. 

Ese espacio interno, núcleo, es un espacio de naturalidad, silencio interior, aceptación de la vida, compasión donde existe la sensación de entrega, confianza y no-hacer, sensación atemporal, donde la mente parlanchina se detiene. 

Te desidentificas de una personalidad particular, de preocupación, planificación, inseguridad, dudas y vives cada momento apreciándolo íntegramente. De niños estamos en ese estado, donde la vida fluye y progresa de manera perfecta, sin que tengan que hacer nada…, en este espacio inconsciente, sin identidad, nombre o dirección, simplemente siendo. Un estado de inocencia prístina y de confianza. Al ir saliendo de la infancia, perdemos nuestra conexión con este estado y nos identificamos con la personalidad. 

Nuestro viaje de regreso hacia el núcleo es nuestro viaje de retorno a ese estado no con la inconsciencia de un niño, sino con el conocimiento consciente de un adulto maduro y con experiencia. 


Nuestro viaje nos va llevando desde la capa de protección, pasando a la vulnerabilidad y poder conectar con el núcleo, con la meditación. 

Podemos cultivar el núcleo de meditación practicándola diariamente, dándole espacios al cuidado de esa semilla, creando espacios de introspección, en los que no estamos ocupados en nada y podemos observar. Esto va dando amplitud interior, podemos ir llevando este estado hacia la vida cotidiana.. 

Nuestro mediador es el protagonista de la historia, siempre ha estado allí.


Se sana en una atmosfera de amor, aceptación y compromiso para reabrir y trabajar las heridas y asi los sentimientos regresan gradualmente. Al curar nuestra vulnerabilidad podemos permitirnos sentir el miedo y el dolor sin escapar de ellos, y en ese proceso la calma y el centro vuelven a nuestro ser. 

Gran parte de nuestro viaje consiste en llegar a un punto donde podemos saber lo que estamos sintiendo en cada instante y aprender a expresar esos sentimientos en el momento adecuado. Este viaje es un proceso para salir de un estado de protección inconsciente y establecer contacto con nuestros sentimientos e integridad. Es la curación de nuestro poder y vulnerabilidad heridos. 

El viaje nos lleva a través de nuestra capa de sentimientos, reconectándonos con nuestra vulnerabilidad, nuestra confianza y nuestra inocencia. El viaje de regreso a casa incluye un peregrinaje a través de los miedos y el dolor del niño interior. 

Lo más importante en este viaje es aprender a intimar con nosotros mismos, comprendiendo que cada estado, cada reacción tiene una razón. Se trata de validad todo lo que aparezca, en un espacio de aceptación, sin juicios, permitiendo que los sentimientos enterrados afloren a la superficie de manera natural para poder sanar. 

Cada uno tiene su propio proceso individual de curación, que implica dejar al descubierto el material reprimido en nuestro inconsciente, para redescubrir nuestra perdida vitalidad. 

Ponernos en contacto con nuestro perdido amor por nosotros mismos y nuestro anhelo de dios o la unidad, de reconectar con el todo una vez mas. Permitir que el proceso se desarrolle en su propia manera especial.

(Dr. Thomas Trobe- psiquiatra y conferenciante)




Te acompaño en el proceso


Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Especialista en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología 



www.centroelim.org                   Telf. 653-936-074



lunes, 18 de mayo de 2020

Modelo victimista (la adicción al sufrimiento)

LA CONTAMINACION DEL MEDIO AMBIENTE ERP: AYUDAR AL PLANETA ES ...

Jugar el papel de víctima es parte de un modelo cultural muy viejo, tan antiguo como nuestra civilización. Encontramos este patrón en toda la historia de la humanidad. 

En la actualidad, está en los libros que leemos, en la TV que miramos, en las noticias de los periódicos, en las religiones, en la política nacional, en las relaciones diplomáticas internacionales, en las escuelas, en las relaciones de pareja, en la familia, en las amistades, etcétera. 

Estamos tan acostumbrados a ese papel, que se ha vuelto adictivo. En verdad, es una adicción socialmente aceptada que crea muchísima miseria física, mental y emocional. Ser víctima es un juego cultural que se ha cobrado y sigue cobrándose muchas bajas entre nosotros. 

Una persona que juega el papel de víctima es alguien que sufre por diferentes razones y variadas causas. Puede ser que sufra por necesidades básicas no satisfechas, molestias físicas, enfermedades, falta de energía, cansancio, impotencia, desesperanza, indiferencia, falta de reconocimiento, confusión, traición, abuso físico, emocional o sexual, manipulación, explotación, opresión, abandono, persecución, entre otras cosas. 

La resonancia que se activa cuando nos sentimos víctimas, genera en nosotros pensamientos y comportamientos inconscientes, y sin darnos cuenta nos encontramos, interior o exteriormente, quejándonos, culpándonos a nosotros mismos o a los demás, o a la vida, o a Dios. 

Ese estado de queja crónico, genera contracciones internas que impiden que energías esenciales, fluyan como debieran y, drenan nuestra fuerza vital. Esto nos debilita enormemente. 

Según la ley de atracción y sus principios, cuando emitimos la resonancia de “la víctima”, atraemos situaciones y personas que nos van a hacer sufrir. (En realidad, nuestro inconsciente, atrae las situaciones con la misma resonancia, para por fin podamos sanarlas.) 

Por otro lado, no nos es posible extraerle “el jugo” a la experiencia que estamos viviendo y nos vamos a ver repitiéndola infinidad de veces y de diferentes maneras.

El “virus” de la víctima, nos hace percibirnos a nosotros mismos, como un ente separado del todo, que tiene que estar constantemente defendiéndose o atacando.

Este “virus” también crea una resonancia de miedo crónico y da lugar a un círculo vicioso:

Cuanto más miedo siento, más separación experimento;
cuanta más separación siento, más solo estoy;
cuanto más solo me siento, más me tengo que proteger de lo que me puedan hacer o de lo que me pueda pasar;
cuanto más me tengo que proteger y defender, más encuentro la culpa en el otro;
cuanto más acuso y culpo al otro, más separado me siento;
cuanto más separado me siento, más miedo siento.

Y se cierra así este círculo vicioso, al volverse a la causa-raíz del sufrimiento humano.



Cómo detectar si estás jugando el rol de víctima 

Cuando jugamos el papel de víctima: 

- Reaccionamos a todo inconscientemente.
- Nuestra mente crea constantes situaciones de ansiedad o preocupación.
- Pensamos, interpretamos y analizamos (interna o externamente).
- Negamos lo que sentimos (“No hay problema”, “Está todo bien”).
-Suprimimos nuestras emociones (creando rigidez, contracturas, tensiones o enfermedades).
- Somos adictos al “drama” y a las situaciones o personas que lo crean.
- Usamos mucho las expresiones “debería” o “no debería”.
- Nos quejamos acerca de nosotros mismos o de los demás.
- Juzgamos, criticamos, acusamos y culpamos a quien sea (interior o exteriormente).
- Repetimos una y otra vez, en nuestra mente, situaciones pasadas.
- Nos es difícil perdonar. Guardamos resentimientos muy viejos.
- Nos queremos vengar y “cobrar lo que nos deben”.
- Recurrimos a nuestro doloroso pasado para actuar o tomar decisiones en el presente.
- Tememos el futuro por lo que nos pueda traer.
- Ensayamos lo que vamos a decir o hacer, una y otra vez.
- No nos damos cuenta de que hay un momento presente. Lo ignoramos absolutamente. 


Ahora escribe con cuál o cuáles de estos rasgos te sientes más identificado: 

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La isla de Mouro amanece entre bruma y un sol gigante | EL ...


El antídoto para este virus es: 


EL MODELO DE AUTORRESPONSABILIDAD 

El modelo de autorresponsabilidad es opuesto al papel de la víctima, implica honrar la vida y está conectado con el cuerpo de luz. 


¿COMO SE LOGRA? 

  • Reconociendo: 
“Estoy asustado”, “Estoy enojado”, “Estoy triste”, “Estoy excitado”, “Estoy entusiasmado”, “Me siento atraído por...”. 

  • Localizando: 
Notando en qué parte del cuerpo está exactamente esa sensación. 

  • Permitiendo: 
Moviendo, sacudiendo, estirando, haciendo sonidos… 

  • Intensificando: 
Amplificando al máximo lo que siento. 

  • Respirando. 


a veces es necesario buscar ayuda terapéutica


(Fuente: La Memoria de las Células) 

 www.centroelim.org


lunes, 8 de abril de 2019

Comunicación Cuerpo-Mente


Resultado de imagen de cuerpo-mente

Todo cuanto sentimos y pensamos es el resultado de complejos procesos de asociación e interacción de las células nerviosas del cerebro, que a su vez se comunican mediante fibras nerviosas y hormonas con el sistema inmunitario y las glándulas de secreción interna.


La gran cantidad de estímulos capaces de modificar el curso de nuestra biología, recién se está comenzando a reconocer en el ámbito científico y gracias a esta concientización, podemos decir que muchas enfermedades tendrán una evolución diferente si empleamos más recursos propios. Todo puede transformarse en oportunidades.

Numerosas investigaciones científicas demuestran lo que todos necesitamos saber para enfrentar cualquier crisis, inclusive una enfermedad considerada incurable por la medicina, lo cual no debe confundirse con la incurabilidad de un paciente.

Gracias a estas investigaciones que ha hecho la PNEI, podemos decir a manera de resumen que:

· Contamos con un enorme potencial para sanar las heridas del cuerpo y del alma.

· Es posible una remisión espontánea, que es la mejoría o la curación inesperada de una enfermedad que debería tener otro curso sin mediar intervención médica. Este tema es de gran interés reciente en la ciencia médica.

· El cuerpo y la mente están intrínsecamente ligados y su interacción ejerce a cada segundo una profunda influencia sobre la salud y la enfermedad, sobre la vida y la muerte.

· Las emociones reprimidas vulneran nuestro sistema inmune, igual que el estrés y las creencias insalubres que se instalan en nuestro cerebro en forma de redes neuronales, determinando respuestas adictivas a nuestra forma de percibir y reaccionar en la vida.

· Las emociones y creencias pueden controlar el comportamiento y la actividad genética, y por tanto, el desarrollo de nuestras vidas.

· Podemos adquirir plasticidad biológica y biopsicosocial para enfrentar situaciones adversas y salir fortalecidos tornándonos resilientes, entendiendo por resiliencia a la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límites y sobreponerse a ellas.

· Los tratamientos basados en la medicina biopsicosocial, que atienden las necesidades emocionales, cognitivas, físicas, nutricionales, vinculares, inconscientes, espirituales y energéticas, pueden no solo mejorar la vida de las personas con enfermedades graves, sino también modificar el curso de la enfermedad.

· Una de las mejores maneras de enfrentar cualquier enfermedad, especialmente grave, es aceptar su diagnóstico, pero rechazar el pronóstico condenatorio. Hay médicos que por no dar falsas esperanzas a sus pacientes, lo que logran es darles falsas desesperanzas.

· Actitudes, hábitos y estados emocionales, (desde el amor hasta la compasión, y desde el miedo hasta el resentimiento o la rabia), pueden desencadenar reacciones que afectan la química interna optimizando o debilitando nuestro estado funcional.

· La participación de un paciente en la recuperación, no es algo alternativo, ni complementario: es vital.

· La salud y el bienestar se sostienen sobre un banco de tres patas: la primera son los fármacos, la segunda la cirugía y los procedimientos clínicos y, la tercera, el autocuidado de la persona.

· Nuestros pensamientos provocan reacciones químicas que nos llevan a la adicción de comportamientos y sensaciones. Cuando aprendemos como se crean esos malos hábitos que nos condenan como tumbas instaladas en nuestro cerebro, no solo podemos acabar con ellos, sino también reprogramar y desarrollar nuestro cerebro para que aparezcan en nuestra vida comportamientos nuevos.

· El cuerpo nos avisa permanentemente cuando algo de lo que pensamos, sentimos o imaginamos es “bueno” o “malo” para nuestra biología, a través de los indicadores somáticos de bienestar o malestar que, generalmente ignoramos.

· Cada ser humano puede estimular sustancias químicas específicas (drogas endógenas), con la ayuda de métodos personalizados que pueden modificar el curso de su biología. Estas drogas endógenas abarcan desde estimulantes, antidepresivos, ansiolíticos, analgésicos, etc. Es un área muy rica y poco difundida. 
(S. M. Marusso- Fundación Salud)

Paisaje colorido en el tiempo de la mañana sobre el amanecer y el ...

Es importante conocer nuestra mente, pues de ahí surgen nuestras limitaciones. Nuestra mente y nuestro cerebro “conversan” permanentemente con nuestro cuerpo, esta conversación es la que estudia la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI).

La PNIE, se refiere al estudio de las interacciones entre los procesos de adaptación de conducta, neuronales, neuroendocrinos y los inmunológicos.

Su premisa principal es que la homeóstasis (equilibrio) es un proceso integrado que involucra las interacciones entre los sistemas nerviosos, endocrino e inmune.

Toda esta extraordinaria maquinaria neuro-inmuno-endocrinológica, está permanentemente a nuestras órdenes y cada uno de nosotros, de manera consciente o no, la estamos movilizando segundo a segundo.


El cerebro es el que coordina y envía sus órdenes a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y pone en marcha la secreción de una serie de hormonas que alcanzan los linfocitos que, en última instancia, son los que transmiten las ordenes. Y también, a través del sistema nervioso autónomo, simpático y parasimpático, al que el sistema inmunitario presta especial atención y escucha en cada momento.

Nuestros pensamientos, actitudes y creencias, crean las condiciones de nuestro cuerpo a través de los sistemas de control homeostático de nuestro organismo: sistemas nervioso, endócrino e inmunitario.

El estado emocional filtra y modula la percepción para que los estímulos ambientales, los factores psicosociales, los estresores que vivimos y en general todo aquello que nos importa, produzcan un determinado tipo de impacto sobre el cerebro.

Este utiliza por un lado el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y por el otro el sistema nervioso vegetativo, para comunicarse con el sistema inmunitario.

Los intermediarios son las moléculas de información (como las llamo Candace Pert) que corresponden a cada uno de estos sistemas: las hormonas del sistema endócrino, los neurotransmisores del sistema nervioso y las linfocinas del sistema inmunitario.

En sentido inverso también funciona, ya que la comunicación es bidireccional: el sistema inmunitario recoge información periférica de estresores infecciosos o inflamatorios radicados en cualquier órgano o tejido del cuerpo, y a través de la secreción de linfocinas informa lo que ocurre en el cerebro, el cual con la información adecuada, pone en marcha las correspondientes estrategias de comportamiento.

O sea que los efectos del comportamiento están mediados por las linfocinas del sistema inmunitario, ya sea el estresor infeccioso-inflamatorio (en el sentido sistema inmunitario-sistema nervioso) o bien ambiental-psicológico (en el sentido sistema nervioso-sistema inmunitario) en ambos casos, el sistema de respuesta es común.

El sistema nervioso modula el sistema inmunitario y viceversa: el sistema inmunitario informa al sistema nervioso.

Esa conversación nunca cesa ni siquiera cuando dormimos y menos aun cuando nos quedamos con poca energía, en estos casos es cuando nuestro sistema inmunitario se apodera de ella totalmente, justo cuando más la necesita para desempeñar su trabajo en esos momentos de enfermedad o depresión.

El sistema inmune se pasa el tiempo escuchando nuestros monólogos y su respuesta está condicionada por los pensamientos.

De ahí la importancia de un proceso terapéutico donde puedas conocer el sistema de creencias que hace que vivas de la manera que lo haces, y poder elegir cambiar las creencias limitantes, investigando la programación de la niñez y aprendiendo a gestionar el mundo emocional, desarrollando una inteligencia emocional que es tan importante para tu calidad de vida y de las relaciones.

No es necesario llegar a estar enfermo para hacer estos cambios internos y mejorar la calidad de vida.





TE ACOMPAÑO

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Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
  (Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
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  (Instituto Español de Bioneuroemoción)
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)

  (Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)

  (Transpersonal Anatheóresis Madrid)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
  (IPPNIM)



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jueves, 29 de noviembre de 2018

Liberación de la Memoria Celular (CMR)




Las memorias no sólo son almacenadas en el cerebro, sino también en la red psicosomática que se extiende por todo el cuerpo, a lo largo de las conexiones entre los órganos y hasta la superficie de nuestra piel”. 


“Tal como nuestras emociones cambian, la mezcla de péptidos, viajan a través de tu cuerpo y tu mente. Y literalmente cambian la química de cada célula en tu cuerpo.” Candace Pert


CMR- Cellular Memory Release es un proceso de acompañamiento terapéutico que te ayuda a  liberar de manera bastante rápida, los bloqueos que causan disturbios físicos, emocionales y mentales en nosotros.

Durante el proceso, se activan mecanismos de sanación y transformación, liberándose las contracciones emocionales aprendiendo a ser conscientes del sistema de creencias que opera en nosotros y que nos limita en nuestra vida cotidiana, pudiendo llegar a la raíz de esos patrones para poder cambiarlos y aprender a cubrir saludablemente las necesidades que los motivaron en nuestra más tierna infancia.

El proceso CMR  nos ayuda a salirnos del papel de “victima”: “porque me pasa esto a mí”, y nos ubica en un papel de autorresponsabilidad, donde conectamos con el potencial que todo ser humano trae, “para qué estoy viviendo esta situación

El Proceso CMR acelera la sanación y la transformación de la consciencia.

El mayor objetivo de este proceso, es el de despertar a los niveles interiores que van a generar la sanación. Los beneficios que se obtienen son la resultante de alinear simultáneamente el cuerpo físico y la mente.

Muchos maestros y científicos han hablado en el pasado de cómo nuestros cuerpos guardan información en bancos de memoria celulares y de que estas cargas de energía estancada no nos dejan vivir en bienestar.

Nada de lo que experimentamos, escapa de quedar impreso y grabado dentro del holograma celular, en la forma de memoria. Lo que comúnmente llamamos "memoria celular" es el campo energético celular colectivo, generado por estas memorias celulares individuales.
La información guardada en la memoria celular nos condiciona de tal modo, que nos predispone a percibir y comportarnos de una cierta, determinada manera.

Para usar la analogía de una computadora, el ser holístico sería el disco duro. La memoria celular es la base de datos de ese disco. Los archivos dentro de la base de datos, son las memorias celulares.

Todas las cosas que alguna vez nos han pasado, están grabadas en las células de nuestro cuerpo, en forma similar a los archivos que han sido guardados en una computadora. De esta manera, lo que está guardado allí, influencia nuestras relaciones con cada una y todas las cosas, que nos estén sucediendo. Esto afecta la forma en que nosotros realizamos nuestras tareas rutinarias y el modo en que reaccionamos al stress y de cómo manejamos los desafíos emocionales en nuestras vidas.

Dentro de la memoria celular, están almacenadas todas las improntas conscientes e inconscientes de comportamientos improductivos, que no nos permiten sentirnos felices, saludables, alcanzar nuestros objetivos despertando a nuestro potencial.

Candace Pert, Jefa del Área de Bioquímica Cerebral de la Clínica de Neurociencia del National Institute of Mental Health en los Estados Unidos, estudia como la neuro-química influencia la salud humana. Ella expresó recientemente, que:

"reprimir las emociones negativas pueden ser causales de enfermedades.
El no expresarlas apropiadamente, nos provoca "cocernos en nuestra propia salsa."




Día tras día, esta inmersión crónica en la negatividad, perjudica nuestra salud.
La clave según C. Pert, está en unas moléculas complejas llamadas 'neuropéptidos'. El cerebro contiene cerca de 60 diferentes neuropéptidos, incluyendo endorfinas. Estos neuropéptidos son los condicionantes por los cuales, todas las células en tu cuerpo se comunican unas con otras.
Esto incluye mensajes cerebro a cerebro, cerebro a cuerpo, cuerpo a cuerpo y cuerpo a cerebro. Las células individuales incluyendo las células cerebrales, células inmunitarias y otras células del cuerpo, tienen receptores que reciben neuropéptidos. 
Las diferentes clases de neuropéptidos disponibles para las células, están cambiando constantemente, reflejando variaciones en tus emociones durante el día. La clase y número de emociones, conectadas con los neuropéptidos disponibles en los receptores de las células, influencian tus probabilidades de sentirte bien o sentirte enfermo.

Los virus usan estos mismos receptores para entrar a las células, y dependiendo de cuanto péptido natural haya para ese receptor, al virus le resultará más o menos difícil entrar en la célula.

Para decirlo simple, Candace dijo, "Los químicos que circulan en nuestro cuerpo y cerebro son los mismos químicos que están involucrados en las emociones”.
 Y esto me dice que … es mejor que le prestemos más atención a las emociones con respecto a la salud.

Bajo la influencia de cantidades masivas de contracciones, por la química de las emociones, nuestras células comienzan a funcionar ineficientemente, costándole mantener las funciones rutinarias como la producción de proteínas, que es una tarea básica para mantener al cuerpo en un perfecto estado de salud.

No es que las células crean la enfermedad y los desequilibrios, sino que es la ausencia de equilibrio, lo que lo crea.


Aún con una dieta "estricta", "correcta", o "ideal", los nutrientes no pueden ser asimilados eficientemente dentro del cuerpo. Este es un hecho interesante, ya que se ha puesto mucho énfasis en la importancia de la dieta y el ejercicio, para eliminar y prevenir la toxicidad dentro del cuerpo. Esto suma, pero no es lo único a tener en cuenta.
  
En muchas prácticas alternativas, hubo siempre credibilidad y aceptación de que hay un nexo común entre la emoción reprimida y el lugar del cuerpo donde se manifiesta la enfermedad o desequilibrio. De acuerdo a la Medicina Oriental, cada órgano o glándula tiene una o más emociones que la influencian.

Frecuentemente, el trauma emocional comienza a manifestar su desequilibrio en el órgano o glándula correspondiente. Con toda esta sabiduría antigua e investigación científica moderna como evidencia de respaldo, no podemos ignorar por más tiempo el hecho de que la toxicidad emocional juega un rol igual o quizás más dominante en conseguir una óptima salud.

El Proceso CMR para la transformación de la memoria celular, es un método creado para encontrar y transformar la toxicidad emocional del “cuerpo del dolor”, permitiendo que todas las partes - espiritual, emocional y físicas- , se comuniquen y recuperen el estado natural de equilibrio.
CMR nos ayuda a acceder esos bancos de memoria de manera totalmente consciente, eficiente y segura.

Ya que este proceso es tan versátil, se lo puede aplicar a diferentes metodologías de trabajo interno. Desde nuestra "vocación" o "el significado en la vida", a patrones que se repiten como: "depresión" "culpa y vergüenza" o "ansiedad y miedo" o "enojo y resentimiento", "intimidad y sexualidad" y "comunicación en las relaciones".



¿QUE SUCEDE DURANTE EL PROCESO CMR?

Durante el proceso CMR, accedemos a la energía inteligente que tiene el cuerpo y a su capacidad de autosanación.
La sabiduría del cuerpo, nos guía para explorar los archivos que guardan las memorias originales, raíces del malestar interno. Así, se pueden descubrir las conexiones que nos mantienen enganchados en la repetición del patrón.

Al encontrar la raíz, reconocemos el sentimiento atrapado, lo permitimos sin juicios, sin interpretaciones, descubriendo las necesidades que lo motivaron. Así comenzamos a desbloquear los nudos energéticos creados en el pasado.

Cuando desbloqueamos estos nudos energéticos, las células, comienzan a eliminar las contracciones  y a reemplazarlas con la resonancia original: Amor, Libertad y Gozo.
La persona se siente protagonista de su vida, fortalecida y confiada, con mayor conocimiento de sí misma; lo cual le permite sentir un profundo bienestar físico y emocional.

El proceso te ayuda a que puedas conocerte mejor y que liberes la carga dolorosa retenida en el cuerpo, como forma de contracciones que producen dolor físico y/o emocional, al encontrar el origen de las causas que las producen, puedes sanar las heridas del pasado, aprendiendo a expresar tus emociones, sentimientos y necesidades. Te vuelves más íntegro como persona.


Aprendes a diferenciar entre el sufrimiento y el dolor.

Una cosa es afrontar el dolor, como parte de la vida, y otra muy diferente es sufrir, que surge de la identificación con la situación dolorosa, de lo que te dices constantemente al respecto,  puedes enfrentar los sentimientos/emociones incómodas de una manera diferente cuando aprendes el estado de  "Presencia", pues no estas enganchado al drama, sino que, desde ese estado de Presencia,  atraviesas el dolor y sales fortalecido y más integrado, viendo el entorno de una manera nueva y diferente.

Aprendes a escuchar los mensajes que, todo el tiempo tu cuerpo te está dando, el cuerpo tiene una vastísima inteligencia que lo hace funcionar, solo has de aprender a escuchar sus mensajes. Aprendes a desarrollar la percepción de cómo actúa la energía en el cuerpo y cómo incide en tu vida.

Toda la información está en ti, y aprendes a acceder a ella descodificando sus mensajes, aprendiendo la inteligencia emocional: gestionar sanamente sentimientos, emociones, sensaciones, para que funciones más integro en cuerpo, mente y espíritu.


Consultas Presenciales /  Consultas  por Skype



Juana Ma. Martínez Camacho

  Terapeuta Transpersonal
  (Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
 Especialista en Bioneuroemoción
  (Instituto Español de Bioneuroemoción)
 Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular) 
  (Cellular Memory Release)
 Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
 (Transpersonal Anatheóresis Madrid)
              
                             www.centroelim.org           Telf.  653-936-074


sábado, 24 de noviembre de 2018

Interacción Cuerpo-Mente



Nuestra mente y nuestro cuerpo, constantemente están comunicándose, esta interacción la estudia la Psiconeuroendocrinoinmunologia (PNEI), esta estudia la interacción entre los procesos de adaptación de conducta, neuronales, neuroendocrinos y los inmunológicos. Su premisa principal es que la homeostasis (equilibrio) es un proceso integrado que involucra las interacciones entre los sistemas nervioso, endócrino e inmune.

Toda esta extraordinaria maquinaria neuro- inmuno- endocrinológica, está permanentemente a nuestras órdenes y cada uno de nosotros de manera consciente o no, la estamos movilizando a cada segundo.

Es el cerebro el que coordina y envía sus órdenes a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y pone en marcha la secreción de una serie de hormonas que alcanzan los linfocitos que, en última instancia son los que transmiten las órdenes. Y también a través del sistema nervioso autónomo, simpático y parasimpático, al que el sistema inmunitario presta especial atención y escucha en cada momento.

De manera que podemos darnos cuenta de cómo nuestros pensamientos, actitudes y creencias, crean las condiciones de nuestro cuerpo a través de los sistemas de control homeostático de nuestro organismo: sistema nervioso, endocrino e inmunitario.
El estado emocional, filtra y modula la percepción para que los estímulos ambientales, los factores psicosociales, los estresores que vivimos, y en general todo aquello que nos importa, produzca determinado tipo de impacto  sobre el cerebro.

El cerebro, utiliza por un lado el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal y por el otro el sistema nervioso vegetativo para comunicarse con el sistema inmunitario. Los intermediarios son las moléculas de información que corresponden a cada uno de estos tres sistemas, o sea, las hormonas del sistema endocrino, los neurotransmisores del sistema nervioso y las linfosinas del sistema inmunitario.

En el sentido inverso, este proceso también funciona: el sistema inmunitario recoge información periférica de estresores infecciosos o inflamatorios radicados en cualquier órgano o tejido del cuerpo, y a través de la secreción de linfosinas, informa lo que ocurre al cerebro, el cual con la información adecuada,  pone en marcha las correspondientes estrategias de comportamiento.

Es decir que, los efectos del comportamiento, están mediados por las linfocinas del sistema inmunitario ya sea el estresor infeccioso-inflamatorio (en el sentido sistema inmunitario-sistema nervioso), o bien ambiental psicológico (en el sentido sistema nervioso-sistema inmunitario), pero en ambos casos, el sistema de respuesta es común.
El sistema nervioso modula el sistema inmunitario y viceversa, el sistema inmunitario  informa al sistema nervioso.

Los tres sistemas forman un triángulo de información en donde el sistema nervioso impone su melódico ritmo, el del día y la noche, el de luz y oscuridad,  el de bienestar y malestar, el de placer y dolor, el de los periodos de sueño y el  ritmo circadiano. Y esa conversación no cesa nunca, ni siquiera cuando dormimos y mucho menos cuando quedamos sin energía; justo en estos casos es cuando nuestro sistema inmunitario se apodera de ella totalmente, justo cuando más la necesita para desempeñar su trabajo en estos momentos de depresión o enfermedad.

El sistema inmunitario, no solo escucha, sino que reacciona al diálogo emocional. Es nuestro cuidador, siempre que se le permita disponer de la información adecuada. El sistema inmune es nuestro sexto sentido, el que informa a nuestro organismo de lo que no se puede ver, ni tocar, ni oir, ni degustar, ni oler; pero si es capaz de traducir información ambiental al cerebro que no es captada por otros sentidos, estímulos no cognitivos o premonición de enfermedad, por ejemplo.

Los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario, encarnan en nuestro organismo literalmente, el proceso de la consciencia que queda impreso en nuestros tejidos a partir de nuestras vivencias, así entendemos como una persona puede enfermar a causa del sufrimiento y también como la comprensión psicológica del mensaje que trae cada enfermedad grave, ilumina el área del cerebro que enviara sus órdenes al sistema inmune para que ponga fin al conflicto.

Es fácil comprender entonces como diversos factores psicosociales (el estrés, el tipo de personalidad, la preocupación y el modo de afrontarla, el apoyo social, el duelo, los conflictos de pareja, la depresión, la ansiedad, un desastre natural, o un conflicto bélico), producen un patrón de impacto específico sobre el sistema inmunitario, que termina elaborando el patrón de respuesta inmune propio de cada individuo. Una forma de llevar la experiencia en el organismo que, sumado a factores como la edad, la dieta, y otros, dependerá su estado de salud o enfermedad y en caso de esta última, que tipo de enfermedad y que órgano se afectará, según la vulnerabilidad de cada uno frente al impacto físico y/o emocional.

Las expresiones afecto-cognitivas, influyen en el sistema de defensas. Sabemos que al disminuir la ansiedad, aumenta de manera específica los linfocitos CD4, que confesar secretos de culpabilidad         produce un aumento del número de linfocitos o que las hormonas del estrés disminuyen las células NK (“asesinas naturales”) circulantes.

Toda memoria es biocognitiva y la mente se encuentra en todo el cuerpo. El hecho de que el sistema inmune tenga la capacidad de aprender parámetros afectivos y cognitivos, explica porque el recuerdo reproduce respuestas fisiológicas.


El sistema inmunitario se pasa el tiempo escuchando nuestros monólogos y su respuesta está condicionada por los pensamientos.
Las células que defienden el organismo tienen receptores de las sustancias que el cerebro produce con cada pensamiento.